Con la muerte de Carlos Bousoño el pasado 24 de octubre, en Madrid, desaparece una figura de gran capacidad y brillantez intelectual, un poeta analítico, de talento desbordante y aguda visión crítica, además de un amigo entrañable, ingenioso y gran conversador. Son sólo algunas de las virtudes que destacan en el autor de "Oda en la ceniza" algunas de las personas que mejor conocieron su figura y su obra y que han querido sumarse desde estas páginas al homenaje que LA NUEVA ESPAÑA rinde al poeta nacido en Boal. Académicos, poetas y filólogos se adhieren a un reconocimiento que trata de acercar su figura, un tanto postergada en estos últimos años, y redescubrir al público asturiano a un intelectual de talla europea, un teórico de primer orden del que siguen bebiendo las actuales generaciones de filólogos, y a un creador excepcional que se mantuvo siempre equidistante de generaciones y tendencias. Premio "Príncipe de Asturias" de las Letras, Premio Nacional de Poesía, de Ensayo y Nacional de las Letras, fue durante muchos años votado como "Mejor profesor de la Universidad Complutense".

De su faceta como poeta y teórico habla también el libro que se presenta este jueves en el RIDEA, un estudio y antología realizado por el catedrático de Literatura de la Universidad Jaime I de Castellón Santiago Fortuño. El volumen lleva un prólogo de Ruth Bousoño, viuda del escritor, que recoge parte de sus diarios infantiles en Boal y Oviedo. Su viuda prepara en la actualidad unas memorias en las que repasa sus vivencias conjuntas.

ANTONIO COLINAs

"Su persona estaba muy unida al común maestro Vicente Aleixandre"

"Para quienes iniciamos nuestra carrera literaria a mediados de los años sesenta supuso un muy especial estímulo intelectual la figura de Carlos Bousoño. En primer lugar, por su poesía, que se distanciaba de las dos corrientes predominantes que en aquellos momentos se agotaban: la neoclásica y la testimonial. También porque su poesía se mantenía equidistante de generaciones y tendencias".

"Pero en Bousoño también se daba un muy especial teórico del pensamiento poético, a través de una obra que ya entonces era emblemática, su 'Teoría de la expresión poética'. Luego, tuve la suerte de conocerlo personalmente, a mi llegada a Madrid, pues su persona estaba también muy unida a un común maestro, Vicente Aleixandre".

"Era un crítico estupendo, además de muy cariñoso y muy buena persona"

"Me hice muy amigo de Carlos Bousoño a mi vuelta de París después de diez años de exilio en Francia. Cuando llegué a Madrid me instalé en el barrio del Niño Jesús, en un apartamento con Bousoño, e hicimos una enorme amistad. Prometió presentarme a Vicente Aleixandre y conocerlo fue para mí un regalo extraordinario, porque Aleixandre se convirtió en mi maestro".

"Bousoño tuvo mucha influencia en el desarrollo de mi dramaturgia, me aconsejaba muy bien, era un crítico estupendo, además de muy cariñoso y muy buena persona. Fue quien me apoyó para entrar en la RAE. Algunos de sus poemas son verdaderamente magníficos, era un hombre de fe y escribió versos religiosos extraordinarios, aunque dominaba todas las formas poéticas. Es también autor de una obra magnífica, 'Teoría de la expresión poética', que ha sido para mí clave".

"Su surrealismo sui géneris y personal recordaba a veces a Góngora. Aleixandre influyó bastante en su poesía, fue el padrino de varios genios, entre ellos Bousoño, Brines, Claudio Rodríguez. Todos salieron de la confianza prestada por el Nobel, y de su casa, Belintonia, donde nos reuníamos un grupo. Fuimos como una piña. En los últimos años lo pude ver cuando me dieron el premio 'Valle Inclán' porque su mujer tuvo la amabilidad de llevarlo al banquete y pude abrazarle. Para mí, Bousoño, además de ser una gloria de Asturias, como la propia Reina Letizia, es un poeta, un intelectual universal con una cultura y sensibilidad enorme. Y muy asturiano".