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La vida buena

Tras los pasos de Carlos V

Asturias, Cantabria, las dos Castillas y Extremadura acogen los escenarios, ricos en patrimonio, de las andanzas del emperador por España hasta retirarse en Yuste

Tras los pasos de Carlos V

Corta pero intensa, dicen, fue la historia de amor del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Carlos V (I de España), y su esposa Isabel de Portugal. Nietos ambos de los Reyes Católicos, se casaron en 1526, él con 26 años y ella con 22. Su matrimonio duró escasos 13 años, ya que la reina murió de forma prematura tras el parto de su sexto hijo (había tenido dos abortos). Su historia de amor tuvo un escenario principal, la Alhambra, cuya belleza dejó a ambos impresionados, por lo que Carlos encargó la construcción de un nuevo palacio en el que establecer su residencia principal, a la medida de un emperador.

Nunca lo llegaron a disfrutar, pero el edificio se construyó en estilo manierista, hoy es sede del Museo de Bellas Artes de Granada y lugar de peregrinaje de los miles de visitantes que cada año se pasean por la Alhambra y sus jardines. El palacio forma parte de la ruta de Carlos V, una suerte de itinerario turístico en auge gracias a la serie de televisión sobre el emperador. Seguir los pasos de un monarca atípico en su época -tras su viudedad no levantó cabeza y no volvió a casarse- puede ser una buena idea para elegir escapada en el próximo puente festivo de la Constitución o las cercanas fiestas navideñas.

Son varios los destinos nacionales a elegir en los que el emperador dejó su huella. En Asturias parada indispensable es Tazones, villa marinera donde el entonces príncipe desembarcó en septiembre de 1517 con un séquito que desconcertó a los humildes habitantes de la villa marinera, desde la que fue a dormir a Villaviciosa, donde en la Casa de los Hevia han recreado la alcoba en la que es futuro rey pasó su primera noche en tierra española.

De Tazones a Cuacos de Yuste hay más de 500 kilómetros y, en el caso de Carlos I, 41 años de reinado y viajes sin parar por toda la Península Ibérica, sólo una pequeña porción del gran territorio que gobernó. El bonito pueblo de Cáceres, en plena comarca de la Vera, alberga el monasterio de Yuste, donde el emperador se retiró después de abdicar. Allí estuvo un año antes de morir. Sus casas son típicas de la zona y, aparte del cenobio se puede visitar la casa de Juan de Austria (hijastro del rey), en la plaza mayor, y otros edificios de interés. Sorprendente es el Cementerio Alemán, junto a la carretera que conduce a Yuste, donde están enterrados los combatientes alemanes de las guerras mundiales cuyos cadáveres acabaron en España por naufragios, accidentes, derribos de aviones... Cerca de la Vera está, además, el Jerte, comarca famosa por sus cerezas.

Al poco de llegar a España, el joven emperador tuvo que enfrentarse a la revuelta de los comuneros, no muy por labor de aceptar a un rey criado en el extranjero. Torrelobatón, Villalar, Medina del Campo son villas que bien merecen una escapada para empaparse de la arquitectura y patrimonio castellanos, y en las que no es difícil encontrar alguna referencia a los convulsos inicios del siglo XVI en España. No puede faltar en el periplo castellano-leonés la villa de Tordesillas, donde la madre de Carlos, Juana I Castilla (La Loca), vivió sus últimos años y tuvo varios encuentros con su hijo. Y hay que incluir al pequeño pueblo de Mojados, también en Valladolid, donde el rey se encontró con su hermano Fernando por primera vez en 1517.

Toledo, convertida en capital imperial, no requiere presentaciones y la huella de los Habsburgo está presente en varios rincones de la ciudad manchega, como la Puerta Nueva de Bisagra, coronada por el águila bicéfala. De triste recuerdo fue la villa para el emperador, al ser el lugar donde murió Isabel. Pocas presentaciones requieren también Sevilla, donde la pareja se casó en 1526.

En el Norte comenzó su primer viaje por España y también el último. En 1556 el emperador llegó a Laredo desde Bruselas y en la ciudad marinera empezó el viaje hacia su retiro a Yuste, una ruta oficializada en los folletos turísticos que pasa Medina de Pomar (Burgos) y otras 20 etapas más hasta llegar a Jarandilla de la Vera, donde aguardó a que las obras en Yuste acabaran y el monasterio fuese digno de pasar a la historia como la última morada del emperador.

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