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Los grandes clásicos: Balzac

La novela es el mundo

Hombre de genio y voluntad, todo en sus historias tiene el aspecto de ser verdadero y necesario

La novela es el mundo

Honoré de Balzac (1799-1850) se dio cuenta de que el mundo cabe en una novela, por lo que emprendió la tarea titánica de abarcar en una serie de libros conectados entre sí a la sociedad francesa comprendida entre los años 1800 y 1850: poco menos que los mismos que permaneció él sobre la tierra. Fue, según Stefan Zweig, un hombre de genio y voluntad soberanos y transformadores, capaz de colocar al lado del cosmos terrestre otro cosmos completo. En ningún novelista como en Balzac, ni siquiera en Dickens o Tolstoi, se tiene la sensación de que lo que se lee pertenece a un mundo de ficción en el que no falta ninguno de los elementos y personajes que constituyen lo que llamamos el mundo real.

Todo en sus novelas tiene el aspecto de ser verdadero y necesario. Tal vez vez al lector actual le resulten un poco fatigosas las descripciones de una ciudad moderna (en su tiempo), de sus alcobas y restaurantes, de las calles céntricas e iluminadas y de los barrios decrépitos: pero Balzac era consciente de que también escribía, además de para lectores de París, para lectores de provincias que no habían estado nunca en la capital: por lo que era necesario proporcionarle detalles de cómo vivía un banquero, un militar, un avaro, una señorita, un cochero, un empleado, una prostituta, un sacerdote. En primer lugar, la vida en la capital es más cara; además se precisa otro tipo de psicología: "Un hombre debe estudiar muy bien a una mujer antes de dejarle ver sus emociones y sus pensamientos a medida que se van produciendo". En "Un grade hombre de provincias en París", Lucien, "que iba en posta por primera vez en su vida, quedó estupefacto al ver sembrar por la carretera de Angulema a París el dinero que destinaba para su existencia de un año". Balzac está alejado de toda tentación de didactismo, pero en pocas líneas es capaz de dar dos lecciones: la primera, hay que tener cuidado con las mujeres; la segunda, los desplazamientos en diligencias cuestan un dineral.

Con Balzac, el dinero irrumpe en la novela. Es evidente que el dinero estuvo presente siempre en la literatura, desde la antigüedad clásica; pero con Balzac se vuelve protagonista. Nos expone, como fondo de sus novelas, en las que trepida la existencia humana, cómo se gana el dinero fácil y el papel, cómo se hace una quiebra. La Francia napoleónica, la de la Restauración borbónica, la de 1830, ha sido descrita en toda su amplitud por Balzac. En 1842 reúne sus novelas en "La Comedia Humana", el mayor conjunto novelesco acometido hasta entonces. Sus novelas ("Eugenia Grandet", "Las ilusiones perdidas", "La Casa Nuncingen", "Papá Gorito", etcétera) se entrelazan entre sí por medio de personajes que aparecen en diferentes novelas, en unas como protagonistas y en otras como episódicos. Balzac era consciente de que escribía "estudios de costumbres", y divide un material tan inmenso en escenas de la vida privada, de la vida de provincias, de la vida parisiense, de la vida política, de la vida militar, de la vida del campo. Sus escenarios principales eran los de la burguesía y París. Balzac, en la vida privada, era reaccionario y monárquico, pero mereció el reconocimiento de Marx porque nadie como él ofreció una imagen tan precisa y vivísima de su época. Escribía las gentes y la sociedad tal como los veía, y pocos escritores vieron su tiempo con tanta agudeza. Parece decirnos: "Esto es lo que hay". Y hace novelas de ello sin condena ni elogio, sin tomar partido.

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