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La cara es el espejo del cerebro

La cavidad nasal está relacionada con el tamaño del cuerpo, según un estudio realizado sobre el género Homo

La cara es el espejo del cerebro

Además del espejo del alma, como reza en el lenguaje popular, la cara humana es el resultado de la evolución del cerebro, y más que de su evolución, es la consecuencia de la presión hacia arriba ejercida por la cavidad nasal y la inercia que produce el cerebro hacia abajo.

Esa relación cerebro-cara es mucho más compleja de lo que se pensaba hasta ahora, según determina un estudio publicado en el "Journal of Human Evolution" firmado por los científicos Markus Bastir y Antonio Rosas, del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC. La investigación profundiza en la relación entre la base del cráneo y el rostro en todo el género Homo (Ergaster, Heidelbergensis, Sapiens y Neanderthalensis).

Antonio Rosas, director de las investigaciones paleoantropológicas de los fósiles asturianos de El Sidrón y especialista en la evolución del sistema craneofacial en homínidos, amplía con este trabajo el conocimiento de la anatomía humana y en especial del esqueleto de la cara, "una de las regiones corporales que más han cambiado en el último millón de años de nuestra evolución", comenta.

Realizada mediante morfometría 3D (una herramienta de análisis morfológico digital) combinada con otras técnicas de visualización, la investigación permite observar las pautas de evolución conjunta de la cara y la base del cráneo, es decir, las transformaciones habidas en función del tamaño y la especie.

Los cambios obedecen, según Rosas, a varios factores: "El incremento del cerebro -y más en detalle de sus diferentes partes, los lóbulos cerebrales- y las variaciones en el tamaño del cuerpo, su musculatura y tasa metabólica". Sin embargo, estos factores no influyen igual en todos los individuos, comenta, ya que "combinados de distintas maneras ofrecen formas diferentes. En el hombre moderno (Homo sapiens), la cara es muy pequeña como resultado de un cerebro grande y globuloso, mientras que los neandertales tenían caras muy alargadas, resultado de cerebros grandes y alargados.

Markus Bastir se detiene también en la importancia de la cavidad nasal en la relación evolutiva de cráneo y rostro al observar que el volumen de la cavidad nasal, que ocupa la parte central de la cara, está relacionado con el tamaño del cuerpo, de tal modo que a mayor tamaño corporal, mayor será la cavidad nasal. A su juicio, "la relación es directa: un cuerpo grande necesita un intenso intercambio de gases (entrada de oxígeno y salida de dióxido de carbono), que tiene lugar a través de las vías respiratorias. Estas tendrán que ser más amplias a medida que aumenta el tamaño de la persona o más pequeñas si el tamaño decrece", comenta Bastir.

Este aumento de la cavidad nasal, necesario para mantener un cuerpo grande, tiene un protagonismo especial en la transformación de la cara al empujar hacia arriba de la base del cráneo y modificar así su estructura tanto como la del resto del cráneo. Ese empuje se ve contrarrestado a su vez por la presión que ejerce el cerebro hacia abajo.

Para Rosas, autor de "Los primeros homínidos", la conclusión es que la forma de la cara está sujeta a distintas fuerzas evolutivas, mientras que con anterioridad se pensaba que la alimentación, y su proyección sobre la dentadura, había guiado nuestra evolución facial.

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