Álvaro Delgado era un creador de paisajes, un artista que encontró en Asturias los colores que mejor encajaban con su paleta. Así surgió una vinculación fructífera que siempre atribuyó "a la calidad del ser asturiano" y de la que queda constancia abundante porque, como dejó dicho, quería "dar testimonio de su compromiso emocional con Asturias".