Fueron los colores de los valles asturianos, en concreto los occidentales, el principal imán para Álvaro Delgado. El pintor madrileño encontró en esta comarca la paleta ideal para plasmar su arte sobre el lienzo. Hizo de Navia y de Luarca, y del resto de pueblos de la comarca, su patria, aquella en la que se sentía a gusto y a la que siempre esperaba volver. Le gustaba el paisaje, pero también el paisanaje. Las gentes, las escenas cotidianas. Tanto que hasta dedicó una serie domiciliada en la zona, que Delgado agrupó bajo el título "Crónicas del Navia". Hoy, la comarca llora su pérdida, pero también recuerda a través de sus pinceladas su prolífico arte.

El vínculo de Álvaro Delgado con el occidente asturiano se inició en los años cincuenta, cuando, a raíz de una conversación con Luis Álvarez, dueño de la Galería Velázquez en Buenos Aires, decidió allegarse y conocer la zona. Se quedó prendado. Desde aquel momento no dejaría de visitar este lugar: se hizo con un piso con vistas a la ría de Navia, instaló su estudio en El Espín (Coaña) y se dedicó a recorrer la comarca, hacer amigos y plasmar en su pintura aquello que veía y le encantaba. Escenas de la vida corriente de la gente humilde, retratos costumbristas de índole muy diversa y marinas, paisajes y bodegones.

El cariño fue mutuo, hasta tal punto que tanto Navia como Valdés tienen a Álvaro Delgado como hijo adoptivo, y su nombre se encuentra en el callejero de la capital de ambos concejos. Además, en la villa luarquesa una sala de exposiciones fue bautizada con su nombre, y ahora es el corazón de la vida artística de la Villa Blanca.

También el colegio lleva su nombre. Fiel a la política de conciliación entre pueblos que promulgó Álvaro Delgado, el centro educativo tiene sedes tanto en el concejo de Valdés como en el de Navia. Eran frecuentes las visitas del pintor al centro, cerrando con su presencia el curso escolar. Al colegio donó, además, varias de sus obras. Un mensaje apareció ayer en la página del colegio: "Comenzamos el año con la triste noticia del fallecimiento del pintor Álvaro Delgado Ramos. Un gran artista y una gran persona que ha sido y será referente para nuestra comunidad educativa", se leía. "Él se sentía ya un pintor tan asturiano como madrileño. Fue un hombre muy significado en su época", señala el también pintor Manuel García Linares. "Venía a verme a Navelgas, y le gustaba mucho el paisaje. Los colores grises, azulados, los malvas. Estaba enamorado de Asturias en general, y sobre todo de la comarca occidental y del valle del Navia", rememora.

"Era un hombre que estaba muy vinculado a nuestro concejo, pasó largos periodos viviendo aquí, e hizo una gran cantidad de obras ahora repartidas por todo el mundo sobre parajes y lugares pintorescos de Navia. Era un retratista excelente", reseña Ignacio García Palacios, alcalde de Navia, que lamenta "la pérdida de una persona muy importante en la vida social y cultural" que ha dejado "una huella profunda".

Simón Guardado, su homólogo valdesano, recuerda su capacidad de "contribuir al arte, a la vida y al paisaje de la zona, que era lo que más le gustaba". Ambos concejos decretaron tres días de luto oficial, durante los cuales sus banderas ondearán a media asta.

Para siempre quedarán ya los trazos del artista en los cuadros que luce el despacho de alcaldía naviego, entre ellos un brillante retrato de Ramón de Campoamor, y en los retratos de los hijos adoptivos y predilectos en el salón de plenos valdesano. Su amigo Francisco Rodríguez, presidente de Industrias Lácteas Asturianas, tiene en su palacio de Anleo, expresamente realizados por Delgado, una serie de veinte retratos de los personajes más influyentes del siglo XX, de Roosevelt a De Gaulle, pasando por Stalin, Franco, Mao y Churchill.