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Los grandes clásicos

Thomas Mann: la sociedad, la historia y la tradición occidental

Repaso a la obra del autor que mejor representa la novela del siglo XX

Thomas Mann: la sociedad, la historia y la tradición occidental

Si un autor representa en el siglo XX mejor que ningún otro lo que fue la novela en el siglo XIX, es Thomas Mann (1875-1955), autor de algunas de las mayores (y últimas) grandes novelas. Mann fue un autor de extraordinarias dotes y de excepcional ambición. Nació en Lübeck en una familia de burguesis hanseática; su entorno le proporcionó el asunto de su primera novela y de algunas de sus mejores novelas cortas. Pero no fue un novelista que se redujera a un único escenario: reconstruyó un episodio bíblico en "José y sus hermanos" (escribiendo cincuenta páginas a partir de cada frase del episodio de Génesis de los hijos de Jacob), relató con mucha habilidad una sombría historia medieval en "El elegido" y utilizó una leyenda india en "Las cabezas trocadas". En 1929 fue galardonado con el premio Nobel de Literatura.

Mann pretendió ser el equivalente de lo que Goethe fue y representó en el siglo XVIII, y sobre él escribió la más encantadora de sus novelas, "Lotthe en Weimar". Ambos encarnaron tradiciones poderosas. "El genio universal de Goethe reafirmaría la tradición -escribió Ernts Robert Curtius-; pero la reafirmaría por última vez. Después de Goethe no hubo ningún otro genio universal. Él tenía clara conciencia de pertenecer a esa tradición. Sabía que Homero, Platón, Aristóteles y la Biblia constituían sus fundamentos". No insinuaremos que Mann es un escritor menos con respecto a Goethe. La diferencia entre ambos es que Goethe escribió en el momento preciso en el que la gran cultura europea estaba a punto de dar un giro y que Mann, aunque fue un escritor de mucho éxito, lo hizo fuera de su tiempo. Acató, como es natural, la tradición de Goethe, porque es la gran tradición europea y él era un gran europeo, incrementándola con Wagner, Nietzsche y Freud: pero éstos no eran pilares de una tradición, sino elementos destructivos. Por otra parte, el siglo XVIII no era el siglo XX. En el siglo de la Ilustración, la tradición era abarcable: en el siglo XX la habían sobrecargado elementos tecnológicos, sociológicos, económicos, psiquiátricos, etcétera. Tampoco la situación política era parecida: Goethe no tuvo inconveniente de entrevistarse con Napoleón y aceptar sus condecoraciones; Mann tuvo que escapar de Hitler y aterrizar en Suiza, perseguido pro dos aviones militares alemanes.

La obra de Mann es titánica, su esfuerzo como novelista es equiparable al de Balzac, aunque tuvo mayor actividad pública, viajó, pronunció conferencias, fue una de las figuras visibles de oposición al nazismo y se habló de él como del presidente de la República alemana al terminar la segunda guerra mundial. Asimismo, le dio tiempo a tener tres nacionalidades: la alemana inicial, la norteamericana y la suiza.

Sus grandes novelas fueron escritas: "Los Buddenbrok" en la juventud, "La Montaña Mágica" en la madurez, "Doctor Faustus" en la vejez. "Doctor Faustus" es la más rica y completa de sus novelas, escrita a los setenta años de edad, para edificación de quienes piensan que un escritor ya debería estar agotado a los cincuenta años. A estas novelas gigantescas se añade la tetralogía "José y sus hermanos"; novelas de extensión normal ("El elegido", "Lotte en Weimar", "Altea real", etcétera), las novelas cortas ("Tristán", "Tonio Kröger", "La muerte en Venecia", "La Tablas de la ley", "Mario y el mago", etcétera), más los cuentos, los ensayos, las conferencias, los artículos de periódico, los panfletos, los viajes. No sólo fue uno de los dos o tres mayores novelistas del siglo; fue, sin duda, el más activo.

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