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Asturias despierta a un supervolcán

Las cenizas halladas en el túnel del Fabar, en Ribadesella, revelan que una gigantesca erupción arrasó la península Ibérica hace 477 millones de años

Trabajos en el túnel del Fabar. ANTARA FOTO

La Asturias profunda esconde las cenizas de uno de los mayores volcanes de la Historia. Un estudio elaborado por cinco científicos internacionales, entre ellos el paleontólogo asturiano Enrique Bernárdez, revela que una gigantesca erupción de tipo "colosal" -alcanzó un 6 en la escala volcánica que va del 1 al 8- arrasó hace 477 millones de años la península Ibérica, entonces ubicada en la costa de un gran continente llamado Gondwana. La explosión fue tal que cubrió de cenizas una superficie de unos 15.000 kilómetros cuadrados, equivalente a la provincia de León. No obstante, la lluvia de residuos pudo ser aún mayor si las muestras tomadas en Armónica (Francia) y Cerdeña (Italia) confirman la misma antigüedad. Según explican los investigadores, los materiales hallados en el túnel ordovícico del Fabar, en Ribadesella, fueron clave para el descubrimiento.

"La Universidad de Oviedo ya había localizado capas de cenizas en la mina Conchita y en la antigua explotación de Peñaflor (Grado). Pero se pensaba que éstas y las encontradas en Barrios de Luna (León) eran de diferentes épocas. En el túnel del Fabar dimos con otra capa con las mismas características que las anteriores y ahí empezó el mosqueo", explica Juan Carlos Gutiérrez Marco, investigador del departamento de geociencias del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y uno de los autores del trabajo, junto a Gabriel Gutiérrez, Javier Fernández, Fernando Corfu y el asturiano Enrique Bernárdez. Fue la sospecha de que "algo gordo" podía haber detrás de todo ello.

Las muestras, obtenidas en Asturias, León y Cantabria y posteriormente analizadas en la Universidad de Oslo (Noruega), así lo confirmaron: las rocas pertenecían a la misma erupción. Los científicos no descartan que la explosión fuese de tipo "mega-colosal" -de fuerza 7- y produjera 90.000 millones de toneladas de cenizas. "Lo que tenemos ahora es una primera aproximación. Tenemos esperanzas de que en futuros trabajos podamos incrementar el rango. Creemos que el volcán pudo ser gigantesco, el mayor que estalló sobre la península Ibérica", detalla Juan Carlos Gutiérrez.

El científico gallego afirma que no han conseguido saber dónde está el foco del volcán. "Lo que sabemos es que ya no existe. Es decir, posiblemente haya sido destruido o haya quedado sumergido en el fondo marino. Porque, de existir, se apreciaría fácilmente, ya que tendría que haber algún tipo de anomalía morfológica sobre el terreno". La lluvia de cenizas cubrió en el pasado grandes extensiones de las partes menos profundas de un océano que en aquel momento se estaba formando y se llamaba Rheico.

Los investigadores creen que la erupción aniquiló las formas de vida existentes en el fondo marino. Sin embargo, la vida resurgió poco después de sus propias cenizas. La prueba es que en las capas se observan una gran cantidad de perforaciones cilíndricas realizadas por seres vivos en los sedimentos. Juan Carlos Gutiérrez afirma que esas capas se aprecian a la perfección en la mina de Peñaflor. "Las cenizas se pueden ver entre cuarcitas, en la entrada y en el techo. En la actualidad, tienen un espesor de 80 centímetros, pero en el pasado pudieron llegar a los 2 metros", señala.

En el estudio, los científicos indican que las erupciones de magnitud cataclísmica ocurren con relativa frecuencia, entre los 10.000 y 100.000 años. El último supervolcán conocido es el de Toba, en la isla de Sumatra (Indonesia), cuya erupción, hace 74.000 años, tuvo grandes efectos climáticos en el planeta. El geólogo de la Universidad de Salamanca Gabriel Gutiérrez cree que el próximo en protagonizar una nube de cenizas será el de Yellowstone, en Estados Unidos.

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