No hay duda. Mozart y Mitsuko Uchida se aman, musicalmente hablando. El genio vienés hubiera disfrutado escuchando a la impetuosa y vital pianista anglo-japonesa interpretar dos de los veintitrés conciertos para piano que compuso: el número 17 en sol mayor, K.453 y el número 25, K. 503, este último también conocido como concierto "Emperador". Acompañada de la orquesta Mahler, que también dirigió, Uchida combinó la exquisitez con el vigor y una gran profundidad expresiva. Otro concierto para la gran historia del auditorio de Oviedo, que tuvo su colofón en la pieza de propina, ella sola al piano, tocando el segundo movimiento de la Sonata K545, la "Sonata facile", de Mozart. Lástima de que su papel como directora impidiera ver las manos de la pianista, muy expresivas en el gesto a la hora de dirigir, y llenas de detalles interpretativos. Durante dos horas, Mitsuko Uchida trasladó al público la hermosa música de Mozart, mostrando un magistral dominio del sonido del piano. Por un rato, los asistentes, que ayer llenaron el Auditorio, se olvidaron de la constitución del Congreso y el Senado y los políticos que las conforman, tema de los corrillos en el descanso. Entre el público asistente, se encontraba el pianista Joaquín Achúcarro.

Nacida en Atami, un pueblo costero cercano a Tokio, Mitsuko Uchida, vive en Europa, donde se formó musicalmente, desde los 12 años. Es una de las grandes intérpretes de la actualidad y aunque ella suele decir que es más europea que japonesa, tiene gestos, como el saludo al público o la delicadeza en el gesto, típicamente orientales. En esta ocasión comparte gira con la la Mahler Chamber Orchestra, una formación singular creada en 1997 por Claudio Abbado que reúne a 45 jóvenes procedentes de veinte países. Una gira que les llevará al Festival Mozart de Salzburgo, en el que ella recibió el año pasado el premio Mozart.

Los componentes de la orquesta Mahler, que no tiene director, tienen una edad media de 35 años y sólo se juntan para hacer giras y trabajar con directores y solistas de gran prestigio. La formación, sin la pianista, interpretó con gran brillantez el "Divertimento para cuerdas en si bemol mayor, K. 137", pieza central de un trío de divertimentos, de Mozart.