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HUGO FONTELA | Pintor, inaugura hoy "Pinturas extrañas" en la Marlborough de Madrid

"Siento que tengo la libertad suficiente para avanzar tras concluir una etapa"

"Mas allá de la imagen, en esta exposición hay una apuesta por la pintura-pintura como objeto en sí misma"

En la foto, Hugo Fontela, con dos de sus obras, en la galería Marlborough de Madrid.

Cuando Hugo Fontela llegó a Nueva York, en 2005, con tan sólo 18 años, buscaba reafirmarse como pintor. Diez años después, este precoz artista asturiano multipremiado inaugura su primera exposición individual en la galería Marlborough de Madrid. "Pinturas extrañas", título de la muestra, que podrá verse desde hoy hasta el próximo 13 de febrero, reúne una veintena de obras que resumen sus inquietudes artísticas en el tiempo transcurrido en los Estados Unidos. Fontela, a punto de cumplir los 30 años, con estudio en Madrid, aunque sin renunciar a alternar esta residencia con la de Nueva York, encara su nuevo ciclo vital y artístico "con ilusión, con energía y con muchas ganas de pintar".

-Da la impresión de que esta exposición marcará un antes y un después en su trayectoria artística. ¿Lo siente así?

-Significa un cambio de ciclo de una etapa de inicio, consolidación y reafirmación como pintor. Dentro de mi corta trayectoria es un punto y aparte, no diría que es un momento de plenitud, pero sí de cambio. "Pinturas extrañas" es un resumen plástico de esa etapa americana en la que hago una revisión de las cosas que me han gustado y por las que he transitado. Es una revisión que tiene mucho de reafirmación y conclusión. Siento que tengo la libertad suficiente para seguir avanzando, deshaciéndome de las cosas que he pintado en los últimos años. Y vuelvo a partir de cero.

-¿Qué vio en aquel invierno de 2005 en los muelles abandonados de Nueva York para intuir que sería una imagen recurrente en su pintura?

-Cuando llegué, estuve un mes viviendo en un hotel mientras buscaba casa y estudio para alquilar, y encontré ambas cosas rápidamente. Estando en el hotel, caminaba todos los días hacia las zonas donde estaban la que iba a ser mi casa y el estudio, podía haberlo hecho por las calles neoyorquinas y sus rascacielos, pero lo hacía por la orilla del río. Y fue ahí donde descubrí aquellos pilotes desechos o medio desechos, otros carcomidos, y aquello me impactó. Me causó una profunda impresión y fue el tema de mi primera serie en Nueva York. Luego hice los paisajes japoneses, pero tenían antesala en los industriales de Asturias. Y siempre volvía a esos muelles, que partían de la misma fotografía que había tomado entonces.

-En esta exposición presenta dos series: las pinturas blancas, que definen su lado más lírico, y las de escombros, más bravas y pasionales. Parecen antagónicas, ¿lo son en realidad?

-Lo que me impulsa a pintar es el descubrimiento de una imagen o también la obra que me impacta de otros artistas. Esa suma de los dos factores crea distintos sentimientos plásticos. Una es el lirismo de los fondos blancos, en la que también existe rudeza enmascarada, y la otra son los vertederos, en los que hay bravura, ferocidad y rudeza, pero el estado final de la obra también es poético, tiene la dureza del gesto no contenido, pero también delicadeza. Ambas formas de pintar me interesan, hacen que representen muy bien mi pintura.

-¿Qué le impulsa a una u otra?

-Toda mi obra nace del impulso artístico, pero está contenida y pensada. Cuando empecé a pintar las obras del golfo de México, las últimas llegaron al blanco total y fueron las que más me gustaron de aquella serie. Aquel fondo blanco me atraía muchísimo, viendo a artistas de la pintura abstracta americana como Robert Ryman o las pinturas blancas de Tàpies. Intuía que el tema de los muelles podía funcionar muy bien en el blanco, ése fue el impulso que me hizo empezar esa serie, y, a partir de ahí, investigué y salieron varias obras. Pero el mismo impulso me llevó a los vertederos, en los que se ve una gran influencia de algunos pintores del grupo "El Paso", como Antonio Saura y Rafael Canogar, esa pintura tan ruda, tan bruta. Hay artistas contemporáneos, como Barceló, que también me interesan, y sientes el impulso de llevar a tu terreno lo que otros han hecho.

-Dice en el texto del catálogo que aspira a alcanzar la pintura-pintura. ¿Qué significa eso para usted?

-Siempre que hablo con otros pintores sale el tema de perseguir la pintura-pintura. Al final, en esta exposición, más allá de la imagen, hay una apuesta por la pintura-pintura como objeto en sí misma.

-¿Qué le decidió a viajar a Nueva York con 18 años?

-Quería reafirmarme como pintor y ser un pintor de verdad, pintar con total libertad. Al principio era un viaje por un año y, poco a poco, se convirtió en una plataforma profesional.

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