Del periodo de la Monarquía astur apenas se conservan media docena de documentos escritos distribuidos por el territorio, un material muy escaso que no impide conocer la existencia de la práctica habitual de poner por escrito negocios y transacciones entre particulares. Miguel Calleja Puerta, profesor titular en el departamento de Ciencias y Técnicas Historiográficas de la Universidad de Oviedo, expuso ayer esta idea durante la conferencia que ofreció en el Museo Arqueológico de Asturias con el título "Escribir en la época del Reino de Asturias: tradiciones visigóticas y construcción del poder regio".

El investigador abordó la época de la Monarquía asturiana no desde el punto de vista de las construcciones ni desde la arqueología. Se centró en la escritura del momento, fijándose más en los aspectos formales que en los contenidos y buscando lo que no están contando las crónicas ni los monumentos, proyectados para dar una imagen del poder, de que se visualice a los monarcas muy claramente como poderosos.

Calleja trató de dar la vuelta a todo eso y lo hizo desde los instrumentos escritos. "Tenemos claro que la escritura llega a Asturias en la época de la conquista romana y sabemos, aunque quedan pocas evidencias, que en época visigoda se producen transformaciones fundamentales". El resultado es lo que se llama escritura visigótica, formada a lo largo del siglo VII, que es la que se utiliza regularmente por parte de todos.

Su presencia no era algo extendido por los monarcas, "existía la práctica habitual de escribir y no sólo entre los nobles". Así lo demuestran "los escasos documentos que se conservan, que están hablando de que la gente cuando hace una compraventa tiene un marco jurídico y el hábito de poner por escrito los negocios".

La conservación es el punto débil que impide ir al fondo de las cosas para conocer una historia no sólo centrada en la gloria y el poder del rey. Se conservaron muy bien las escrituras de los reyes, pero casi todo lo de la gente común se perdió. "Tenemos un documento de Colunga del año 803, otro de Salas, otro del Oviedo rural, otro de Caso y poco más, pero todos ellos nos dan la imagen de una sociedad mucho más diversificada en la que los reyes son un componente importante, pero nos permiten completar un cuadro casi sólo iluminado por la luz de los monarcas", afirmó Calleja, que habló también de los eclesiásticos como los últimos depositarios de esa lectura y escritura, aunque "no está claro", dijo, "que los documentos del siglo IX que nos hablan de negocios entre particulares estén intermediados todavía por eclesiásticos".

La escritura y su historia también sirven para conocer cómo se gestó una época rica en creaciones producidas en el entorno de los reyes que convierten la Corte ovetense en un centro de cultura fundamental. Para Calleja, el conjunto de epigrafía de la época de la Monarquía asturiana "llama la atención en el contexto europeo por su amplitud y riqueza".