Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931), poeta fundamental en la historia de la poesía contemporánea y premio "Cervantes" en 2006, podría ser uno de los escritores penalizados por la Seguridad Social, según ha trascendido en varias informaciones, aunque él todavía no ha recibido ningún requerimiento. El autor de "Libro del frío" y "Arden las pérdidas", títulos fundamentales en la poética española, recibió todo tipo de reconocimientos tras obtener el máximo galardón de las letras españolas, aunque hasta entonces había sido un gran poeta, conocido y estimado en los círculos literarios. En esos años de esplendor popular, fue requerido para dar conferencias en varias de las sedes que el Instituto Cervantes tiene repartidas por el mundo. Y en ese tiempo publicó el primer tomo de sus memorias, "Un armario lleno de sombra", y el poemario "Canción errónea". Afincado desde los 3 años en León, Gamoneda siempre alternó su tarea literaria con su trabajo como asesor cultural en la Diputación, por el que cobra su pensión de jubilado.

-Algunos medios le citan como escritor penalizado por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social. ¿Lo ha sido?

-De momento, no he sido requerido. Supongo que lo seré, porque, como usted dice, algunos medios de prensa me citan junto a José Caballero Bonald, no sé si será por la condición de ambos de premio "Cervantes". Lo cierto es que aparecemos mencionados en primer lugar.

-En el caso de que le conminen a elegir entre la pensión de jubilado y su actividad creativa, ¿qué hará?

-No tengo formado un criterio al respecto, porque no tengo información jurídica suficiente y no sé cuál puede ser el tratamiento de mi caso, realmente no sé qué contestarle. Pienso que tendría que aferrarme a mi pensión, pero lo pienso provisionalmente. Y no me gustaría que mi caso sirviera de única referencia, creo que hay otros mucho peores y con consecuencias más graves. Imagine usted, por ejemplo, un catedrático y científico jubilado que trabaja en un laboratorio en el que está a punto de descubrirse una vacuna decisiva. ¿Deja de investigar para poder cobrar la pensión? Para la ciencia y la creación es un golpe demoledor. Es un asunto de enorme importancia.

-¿Cuántos escritores pueden vivir en España de su trabajo?

-Menos del 10 por ciento. Por otra parte, esta normativa, que, al parecer, debía cumplirse desde el año 2013, aquel que no la haya acatado, porque la desconocía o por cualquier otra razón, debe devolver a la Seguridad Social cuatro años de su pensión y luego sigue teniendo la limitación de elegir entre una cosa o la otra. Es algo demencial y de una crueldad terrible, es un hachazo muy serio a la cultura española.

-Sin embargo, los empresarios o propietarios que se jubilan sí que pueden seguir cobrando dividendos o alquileres.

-Esas reflexiones las estoy leyendo estos días en Internet, se las hacen otros escritores o periodistas. Uno cobra su pensión porque la ha cotizado a la Seguridad Social, y luego tiene esos complementos. En nuestro caso, no podemos. No se entiende.

-A partir de los 65 años, los creadores suelen vivir un momento de plenitud. ¿La norma puede cercenar su creatividad?

-Como le decía antes, el porcentaje de escritores o de científicos que pueden vivir de los derechos de autor o de las conferencias es mínimo, por lo que tendrán que optar por la pensión. Los mayores de 65, tanto en la creación literaria o estética como en el caso de la ciencia, pueden ser el sector más importante en cuanto a creatividad. Es guillotinar la cultura española.

-Pese a todo, ¿continúa escribiendo poesía?

-Sigo escribiendo y metiéndolo en el cajón.

-¿Adoptará alguna medida?

-Sé que hay una plataforma reivindicativa con la que no he tenido contacto, aunque quizá lo tenga hoy mismo, que ya se ha dirigido al Ministerio. Si esta normativa no se modifica, ¿qué haremos los escritores, los artistas o los científicos?

-Usted es un agudo observador y analista de la actualidad. ¿Qué opina de la situación de la política española?

-Hay una indefinición muy acusada y muy evidente de cómo se van a recomponer los órganos de Gobierno en España. En esto tengo una filosofía un poco particular, que es que quizá, para que las cosas cambien, tienen que ponerse muy mal, y ese camino llevamos, bien entendido, claro está, que en cualquiera de las circunstancias y posibilidades creo que va a empezar a producirse una transformación, pero no se sabe cómo ni cuándo.