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Revocar el Prerrománico, una decisión polémica y arriesgada

Puras: "Hay que hacerlo, pero con mucha prudencia, con garantía y con un proceso de estudio previo" Nanclares: "Me parece una operación llena de riesgos"

Recreación virtual del color original de las fachadas de Santa María del Naranco, en Oviedo.

"Revocar los edificios del Prerrománico es una prioridad", declaraba el pasado mes de diciembre a LA NUEVA ESPAÑA el arqueólogo y destacado especialista César García de Castro. Y esta misma semana el autor de "Análisis arqueológico de la arquitectura altomedieval asturiana", técnico del Museo Arqueológico de Asturias, volvía a reiterarlo en una conferencia en el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), en Oviedo. "Toda arquitectura está hecha para ser revestida", decía. En opinión de García de Castro, el revoco defiende el edificio frente a las inclemencias y ayuda a conservar las pinturas del interior. Algunos de los monumentos, como es el caso de Santullano, decía, "lo están pidiendo a gritos".

Fortunato de Selgas, que restauró la iglesia de Santullano hace cien años, conmemoración que se está celebrando con una exposición y un ciclo de conferencias en el RIDEA, de enorme éxito de público, da algunas pistas sobre el enlucido del Prerrománico en el libro "La basílica de San Julián de los Prados (Santullano) en Oviedo" (1916).

Escribe Fortunato de Selgas: "Las iglesias asturianas del siglo IX, y especialmente las ovetenses del reinado de Alfonso el Casto, eran de pobre construcción, con los muros de estructura incierta romana (...) Como todos los templos de aquel tiempo, las paredes no estaban enlucidas por el exterior, ofreciendo bellas perspectivas los lechos sinuosos de la mampostería, la superficie plana de los sillares y los arcos de ladrillo. De fines del siglo XVIII a nuestros días, los viejos edificios civiles y religiosos, construidos de pobres materiales, fueron enjalbegados, cubriéndolos de blanca vestidura. Preservose esta iglesia de esa profanación, excepto la fachada principal y los dos pórticos, enlucidos en el año de 1784, según dice el libro de fábrica existente en el archivo parroquial, despojados hoy de la espesa capa de cal que los cubría, devolviéndoles su primitivo aspecto".

La decisión de enlucir no parece fácil, a tenor de algunos de los especialistas consultados por este diario. La Consejería de Cultura organizará el próximo mes de febrero unas jornadas sobre el Prerrománico, con participación de historiadores, arqueólogos, arquitectos y restauradores, en las que se analizarán éste y otros asuntos relacionados con el arte de la monarquía asturiana, el más importante conjunto altomedieval europeo.

"Es complicado y no es un problema menor. Las pinturas murales, sobre todo las de Santullano y San Miguel de Lillo, hay que restaurarlas ya, y el enlucido las protege, pero cambiaría todo el concepto estético que tenemos del Prerrománico con piedra vista", afirma Lorenzo Arias, profesor de Historia Medieval y autor del levantamiento planimétrico de algunos de los edificios.

"De hacerse, no puede ser abruptamente, estos monumentos son iconos, son Patrimonio Mundial. Yo sería más partidario de hacer algo de transición. Hay productos en el mundo de la restauración que son inocuos, se pueden echar al muro y repelen el agua. Y si se decide revocar, habría que hacer una especie de campaña explicativa dirigida a los ciudadanos".

El restaurador Jesús Puras tuvo mucho que ver, como autor de un estudio previo, con la única iglesia del Prerrománico enteramente revocada, San Salvador de Priesca, en una restauración dirigida por el arquitecto Manuel García.

"El revoco es fundamental, es como un impermeable que le colocamos para proteger el edificio de la incuria y de los agentes atmosféricos. El cambio estético no debe preocupar porque es reversible. Ha habido muchas iglesias románicas que se han enlucido y no ha pasado nada. Para mí, el problema es cómo se ejecuta. Ahora mismo, no hay ninguna empresa en Asturias con los técnicos adecuados que sepan ejecutar un estuco de época y con las garantías absolutas, porque son oficios que se han perdido. Hay que hacerlo, pero con mucha prudencia, con todas las garantías y un proceso de estudio previo y control", señala.

San Salvador de Valdediós está revocada parcialmente, y, aunque no pertenece a este conjunto, también lo está la fachada oeste de la catedral de Oviedo. Entre los especialistas suele citarse la iglesia de Santa Eulalia de Abamia, en Cangas de Onís, del siglo XII, como ejemplo de enlucido mal resuelto y ejecutado.

"A los edificios prerrománicos, aunque parezca que todos son iguales, les suceden cosas muy distintas, cada monumento es diferente", señala el arquitecto Manuel García.

"Cuando se empieza a trabajar en arquitectura existe cierta tendencia, quizá por nuestra formación, a hacer dibujos en un papel y tratar de buscar soluciones a los monumentos. Y creo que en este momento el Prerrománico necesita equipos de arquitectos, historiadores, arqueólogos y restauradores que se sienten en una mesa y hablen de muchas cosas de este arte que no están claras, y una vez analizado todo, empezar a dibujar. Hay que compartir ideas, hacer el descubrimiento a través de la investigación", añade.

El arquitecto Fernando Nanclares, coautor junto a su colega Antón Capitel del plan director del Prerrománico que nunca llegó a ejecutarse, es contrario al revoco. "Me parece una operación llena de riesgos. Puedo estar de acuerdo con el argumento de Pérez de Castro de que enlucir significa una protección mayor en cuanto a humedades, pero habría tantos problemas y matices asociados a la operación que la encuentro peligrosa".

En su opinión, la imagen actual de los monumentos "es ya muy antigua y está muy aceptada". Al igual que Lorenzo Arias, Nanclares cree que la posible defensa técnica del revoco exterior frente a la humedad puede conseguirse con otros medios, como la hidrofugación, es decir, el empleo de líquidos que se aplican sobre la piedra y repelen el agua. "Es un asunto conceptualmente delicado y no merece la pena enfrentarse a la cantidad de problemas que puede causar".

En 2008 un equipo multidisciplinar, en el que figuraban, entre otros, Jesús Puras, determinó que el color original de las fachadas de Santa María del Naranco era el ocre amarillo siena, un acabado de origen medieval y realizado con técnica de herencia romana. Un color similar al de San Miguel y Santullano, aunque este templo con determinadas zonas de policromía. "Es muy importante que tanto la Administración como la Iglesia enfoquen bien la restauración de los edificios", indica Puras.

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