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Teatro para dos mundos

El ovetense Mateo Lamuño funda una compañía en Nueva York que busca talentos en las dos orillas del Atlántico para adaptaciones de obras clásicas europeas

Mateo Lamuño, en su última visita a Asturias. Nacho Orejas

El experimento es sugerente. Desde la Gran Manzana se cogen los personajes centrales de "La casa de Bernarda Alba" y se imagina su vida íntima fuera de la escena. Mirando por detrás de las paredes del decorado, se invita a dramaturgos de Estados Unidos a construir una acción paralela a la de Federico García Lorca fantaseando con lo que hacen los protagonistas cuando no están en el escenario y se envuelve todo en un proyecto que pretende difundir y representar teatro clásico europeo en Nueva York.

Es un ejercicio, un pequeño ¬taller de dramaturgia que un joven actor ovetense, Mateo Lamuño, y sus socias estadounidenses, Emily y Kristin Giant, pasean por compañías teatrales y asociaciones culturales de Nueva York para tratar de estimular la creatividad de los dramaturgos locales, más bien en el fondo para enseñarse y difundir su proyecto mayor, una compañía propia, un sueño, una productora que construya un "puente" teatral transoceánico, una pasarela que vaya de escenario a escenario y de Europa a ¬Estados Unidos y que termine abriendo un espacio donde conseguir algo hasta ahora insólito, estrenar adaptaciones originales de nuevo teatro europeo en la exigente cartelera de la Gran Manzana. La firma ya existe, es una empresa con sede en Brooklyn y se llama "Barkers" (en inglés "Ladradores") y busca financiación y un texto hecho en Europa que merezca la pena. Uno "que nos haga caer enamorados" hasta el punto de lanzarse con él a la escena neoyorquina. Para eso empieza a tomar forma una red on-line de autores y obras de los dos lados del Atlántico.

Mateo Lamuño, 23 años, ovetense criado en Llanes, licenciado en Comunicación Audiovisual y formado como actor en Madrid, cogió al vuelo hace año y medio una oportunidad de estudiar interpretación en Nueva York. Conoció a Emily y a Kristin, dos cuñadas que se conocieron haciendo teatro para niños, y de la comunión de inquietudes nació el propósito de hacer "algo más que audiciones, castings, trabajos de extras, cortometrajes"€ De la observación de una carencia y de la constatación de una oportunidad nació "Barkers", el germen de una compañía que se llama "Ladradores" "porque pretendemos hacer un teatro que llame la atención sobre temas que otra gente aquí no trata, porque son incómodos, o difíciles, o profundas"€ Más europeas. En una audición en Nueva York, recuerda Lamuño, le pidieron un texto en español y recitó a Lope de Vega. "Nadie lo conocía", se asombra. Desde ese día tiene más claro que "hacemos falta". "Barkers" es la respuesta a un dos por ciento, la proporción escasa de estrenos europeos en los escenarios teatrales neoyorquinos, y la conclusión de "muchas tardes hablando del teatro que nos gustaría ver y no podíamos".

La iniciativa lleva unos seis meses de desarrollo, recopilando información y posibles fuentes de financiación, dando los pasos previos para activar una red de dramaturgos jóvenes europeos con obras representables y americanos con talento para adaptarlas. Las buscan por dos vías de acción simultáneas, el rastreo activo por sus propios medios y una malla de contactos tejida a través de internet, para encontrar así sin limitaciones de espacio o de tiempo "autores americanos que quieran traducir y adaptar textos de dramaturgos europeos y escritores del Viejo Continente que accedan a enviarnos sus obras". Queda configurado el "puente", confirma, uno de ida y vuelta, un intercambio cultural en el que "Barkers" ha recibido desde que abrió su web a mediados de noviembre unos veinte envíos que incluyen creaciones de autores de España, Portugal, Francia o el Reino Unido. A los dramaturgos les piden inicialmente extractos, escenas de muestra de sus obras, y si eso enciende algo, van a por el texto completo.

Esperan que este año sea el de su primer estreno, pero "elegir una función para producir requiere una inversión económica muy grande", explica, "y tiene que ser una elección muy reflexionada, muy calculada, que nos enamore".

Mientras eso sucede, "Barkers" se ha dado de alta como empresa a cambio de 75 dólares y trata de encontrar dinero y consejos a la vez que resuelve los entramados legales de los derechos de autor y trata de cumplir los requisitos para poder ser considerada una empresa sin ánimo de lucro y tener acceso a subvenciones públicas. La iniciativa, que se financia de momento a través de donaciones on-line, ha comprobado que todo es más caro en Nueva York, pero también que la sociedad neoyorquina es "tremendamente activa" y a lo mejor más abierta. "No es una ciudad fácil para vivir, las historias bonitas son las de las películas", afirma Mateo Lamuño, "pero su dureza y su inseguridad me compensan por el interés y la filosofía de apoyo a la cultura que percibo en la ciudad".

-¿Se ve triunfando en Nueva York?

-Por supuesto. Espero que sea nuestra forma de vida dentro de unos años, que no tardemos en tener una pequeña sede permanente, algo pequeño, de cincuenta butacas. "Barkers" es mi proyecto de futuro y es algo bonito, queremos dar oportunidades y trabajo a actores y autores de

distintos países, generar movimiento, arte, y contagiar nuestra pasión.

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