Del encuentro entre la cirugía y la ingeniería ha nacido un distractor anorrectal. Es el prototipo de un utensilio quirúrgico de diseño y fabricación asturiana que ha salido de una impresora 3D, que permite abrir el recto del paciente de forma mecánica, mejorar el procedimiento en las operaciones de colon y recto y eliminar así las limitaciones técnicas del método común que ahora hace lo mismo, pero con aire a presión. El artilugio es un ejemplo. Un prototipo de lo que cirujanos e ingenieros pueden hacer, o han hecho ya, trabajando juntos desde hace años, y como tal se enseña desde ayer en el edificio histórico de la Universidad de Oviedo, en una exposición que disecciona las aplicaciones de la impresión 3D a la cirugía y, más ampliamente, los frutos que ha dado la colaboración entre la medicina y la ingeniería sin salir de la institución académica asturiana.

"Nosotros aportamos la necesidad; ellos, la solución técnica", resume José Ignacio Rodríguez, cirujano en el Hospital de Cabueñes y profesor asociado de Cirugía en la Universidad de Oviedo, habituado a las sinergias de la labor conjunta con la Escuela Politécnica de Gijón y con los ingenieros que ya han diseñado, fabricado y patentado el distractor y que tienen dos patentes más en curso.

El logotipo que anuncia la muestra, abierta hasta el 6 de febrero, entrelaza una C de "cirugía" con una I de "ingeniería" para que se vea en el primer vistazo que aquí se hace apología de esta intersección entre especialidades, "pura Universidad" en la visión de Rodríguez. El encuentro, afirma, "coincidió con la emergencia de la impresión 3D" y esa feliz contingencia ha dado a luz cierta efervescencia de planes conjuntos, incluida esta exposición que, entre otras cosas, enseña las posibilidades de la impresión tridimensional en el universo de sus múltiples aplicaciones quirúrgicas. La muestra invita a un paseo entre los espacios comunes abiertos entre las dos disciplinas y se subtitula "Aprender a operar y a diseñar", lo que significa que además ofrece simulaciones y talleres de ingeniería y cirugía, de diseño e impresión 3D, por un lado, y de operación quirúrgica, por otro, mostrando al visitante los instrumentos de ensayo con los que aprenden los alumnos de Medicina, entre ellos un simulador virtual de diseño sueco que tiene unas pinzas conectadas a un ordenador y propone la representación esquemática de una operación en la que se enrojece la pantalla cuando la pinza se desvía y el paciente sufre.

Guardan las vitrinas de la exposición una muestra de todo lo muchísimo que se puede hacer con una impresora 3D, la máquina multifunción del futuro, una especie de gran microondas allí presente junto a su versión portátil fabricada en Asturias. El catálogo de utilidades que enseña la muestra va y vuelve de una prótesis de cromo y cobalto diseñada de forma personalizada por una empresa con sede en El Entrego hasta una variada muestra de instrumental quirúrgico, a un busto de la reina egipcia Nefertiti o a una figurita de un ángel. Pero "hay mucho más que uso lúdico" detrás del diseño y la fabricación aditiva, precisa José Ignacio Rodríguez, y de eso trata todo esto. En su territorio clínico, el cirujano pone, por ejemplo, una gran posibilidad de aplicación diagnóstica, una alternativa fiable al escáner o la resonancia magnética mediante la reconstrucción tridimensional física de un órgano patológico. Se trataría de utilizar la impresora 3D para obtener una representación fidelísima de un hígado dañado que el médico puede tener en sus manos, con la inmensidad de posibilidades que eso trae consigo.

La impresión tridimensional, y el creciente desarrollo de los materiales que admite, aporta a la cirugía la ventaja del bajo coste, la de la "rapidez de desarrollo y la versatilidad", afirma Rodríguez, y es la dirección que están tomando los caminos de "grupos muy importantes de investigación". En Asturias, además, la revolución que viene de la mano de esta convergencia entre la medicina y la ingeniería "nos coge en un entorno muy favorable". ¿Por qué? "Porque tenemos un sistema de salud desarrollado y una escuela de ingeniería madura. Lo que necesitamos es que estas semillas vayan germinando, que haya cada vez más gente participando en estos proyectos. Que tengan una trayectoria, un recorrido".