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Un camino entre pucheros

Curiosino y abundante

La cocina de puchero del bar Casa Álvaro, en La Manjoya (Oviedo), y el trato a los clientes lo convierten en un lugar de referencia para quienes buscan lo auténtico

Patatas con carne, cabrito guisado y frixuelu relleno de arroz con leche.

"Aquí, cuando viene la gente, queremos que se sienta como si fuera a comer a su casa. En todos estos años nuestra clientela se ha convertido en una gran familia. El mérito lo tiene mi madre, de quien lo hemos aprendido todo y quien, aún hoy, jubilada, sigue entrando cada dos por tres en la cocina a ver cómo va la cosa", dice con admiración y sonriente Geli Prieto, fiel continuadora, junto a su marido, Francisco Suárez Criado, de las "normas fundamentales" de este bar restaurante de La Manjoya, en Oviedo.

En la frontera entre lo urbano y lo rural, en una calle dividida entre el ladrillo y las praderías, abrió este local, en 1967, Blanca Suárez Zapico, trabajadora incansable ante los fogones y enamorada de la tradición culinaria asturiana. "Mamina", la abuela de Geli, echaba una mano los primeros años, cuando lo que se servía -como se dice en Asturias- era sota, caballo y rey: fabada, callos, pote y arroz con leche. Y todo ello, con el apoyo de su marido, Álvaro, que, además, dio nombre al bar. Más tarde se incrementó de forma considerable el número de platos y, en los últimos quince años, también el local, al contar con un segundo comedor en la parte trasera donde Asturias manda en las paredes, asomada en sus cuadros.

Geli Prieto y Francisco Suárez, tras la barra y en el comedor, y María Castro y Carmen Barón, en la cocina, saben que el secreto del éxito está en la autenticidad de lo que se sirve y el amor con el que se hace, por eso, a la hora de servirlo, se pone sobre la mesa, como siempre aconsejó la madre de Geli, "curiosino y abundante". Durante la semana tienen dos menús: uno de 9 euros, con tres platos a elegir en primeros, segundos y postre, y otro especial, de 17 euros, donde se elige entre cuatros primeros y segundos. Los sábados sólo se sirve éste último.

Entre algunas de las elaboraciones que se pueden comer durante la semana, en el menú de 9 euros, y por citar algunos ejemplos, están las patatas guisadas o cualquier plato tradicional de cuchara, patatas guisadas con carne, hígado encebollado, albóndigas, parrochinas, merluza en salsa o chuleta de cerdo al cabrales.

En cuanto al menú de 17 euros, el especial, y dependiendo del día, siempre hay entre los primeros pote o fabada, y luego otros platos como el arroz con calamares, garbanzos con bugre, creps de verduras, pastel de cabracho casero, sopa de marisco, jabalí o venado guisado, caldereta de cabritu, bacalao con pisto, merluza "a nuestra manera", cachopo, callos o picadillo. Y además, en este caso, de casa, pues Francisco Suárez es un hombre todoterreno y, además de atender el bar, también es ganadero y carnicero, profesiones ambas por las que también siente una gran pasión. Los postres causan estragos entre los más llambiones, que pueden elegir entre los frixuelos "de toda la vida" o bien el relleno de arroz con leche, la tarta de arroz con leche, la de chocolate y galleta y la de queso.

No tiene aparcamiento propio. Los que quieran reservar pueden hacerlo llamado al 985221677. El bar está a la orilla de la carretera. Cierra el domingo por descanso, salvo excepciones. Los otros seis días siguen fieles a como son, auténticos, y a lo que ofrecen "curiosino y abundante", como dice doña Blanca.

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