La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los novios patosos no están de moda

"Les entra el pánico", dicen los profesores Ángel García y Begoña Dacosta para explicar el aumento de parejas que se apuntan a clases para triunfar en el baile del día de su boda

La Caridad (El Franco),

T. CASCUDO

Que los recién casados bailen el vals de toda la vida con pasos de andar por casa el día de su boda es una tradición que tiene los días contados. Lo saben bien los bailarines franquinos Ángel García y Begoña Dacosta, que cada vez reciben más peticiones de parejas decididas a dejar con la boca abierta a todos sus invitados en su gran día.

Desde hace tres años las llamadas de los novios nerviosos son una constante en la academia de Dacosta y García, que sólo el año pasado prepararon a quince parejas. "Llega el momento del baile y entran en pánico y por eso se animan a llamar", precisan. Su prioridad es que, sea cual sea el nivel de baile de sus alumnos, la pareja no haga el ridículo en su gran día y por eso más de una vez han tenido que convencer a algunos novios que acudían con propuestas o canciones demasiado exigentes: "Intentamos complacer a la pareja porque sabemos que es un baile especial para ellos, pero a veces te piden alguna cosa para la que se necesitan unas condiciones muy específicas y tratas de explicárselo. Vale más poco y bien que mucho y mal. Lo que queremos es que quede lo más digno posible".

García y Dacosta empezaron a bailar por casualidad hace ahora veinte años. A los pocos meses probaron suerte en la competición y el baile deportivo les enganchó para siempre. Durante años compatibilizaron sus profesiones con la participación en concursos de media España. En 2006 dejaron la competición y cuatro años después, con la idea de no perder el nivel y los conocimientos adquiridos y por su pasión por la danza, decidieron montar una escuela dedicada al baile social, "pero introduciendo pinceladas técnicas y corrigiendo posturas". Ahora dan clases en su local de La Caridad, y también en Tapia y Navia, y confirman que el baile está más vivo que nunca. La última tendencia al alza es esta de ensayar y preparar el baile nupcial.

A la naviega Marya Méndez le gusta bailar desde niña, pero se encontró con el problema de que su pareja, el tapiego Javier Pérez, "no daba pie con bola" a la hora del vals. Dos clases después y tras varios ensayos en casa, Pérez dio la talla y sus invitados alucinaron con su interpretación del vals del acordeón: "Nadie sabía que fuéramos a clases y se preguntaban dónde había aprendido Javi. Todos pensaron que no iba a haber vals. Hicimos una coreografía básica pero bonita. Si le pido más, me mata".

Esta naviega recomienda preparar el baile con profesionales porque "cuando sales no vas nerviosa y bailas como si supieras, estás confiada". Parecida es la opinión de la ribadense Almudena Álvarez, quien también recurrió a Ángel y Begoña: "Los nervios están ahí, pero llevándolo bien preparado vas más seguro. Yo lo recomiendo a todo el mundo". Su marido, Antonio Martínez, tampoco sabía bailar y de ahí que se plantearan dar clases. Les hicieron falta alrededor de ocho sesiones, más los pertinentes ensayos en casa, pero aseguran que mereció la pena: "La gente alucinó porque mi marido no sabía bailar nada. Preparamos una coreografía con tres bailes y la verdad es que quedó muy bien".

Adrián García y Tatiana González, vecinos de Navia, también optaron por ir a clases y quedaron muy satisfechos. "La gente se sorprende bastante de que tengas algo preparado y con figuras", explica García.

Cuenta Begoña Dacosta que lo más frecuente es que sean las mujeres las que arrastren a sus parejas a las clases, pero luego los hombres le pillan el gusto. "Ellos tienen más pudor, pero luego se enganchan más que ellas", precisa. Los profesores franquinos tienen un sinfín de anécdotas relacionadas con las bodas y las peticiones, algunas un tanto descabelladas, que reciben. También hay ocasiones en las que los bailarines los sorprenden. Es el caso de una pareja de Tapia, padres de la novia, a la que querían asombrar con un tango, uno de los bailes más difíciles. "Al principio les desanimamos un poco, pero ellos estaban dispuestos a ensayar y lo hicieron muy bien", relatan.

Los maestros de baile están pendientes de todo, desde la selección y preparación de la música hasta la puesta en escena. "El baile no son los pasos, sino transmitir una emoción, y eso intentamos", incide Dacosta, quien asegura que el día de la boda sufren casi tantos nervios como los recién casados, con los que han compartido durante meses secreto y confidencias.

Compartir el artículo

stats