El pianista y director británico Wayne Marshall (Oldham, Lancashire, 1961), junto a la Orquesta de la Radio de Colonia, protagonizarán hoy el concierto de las Jornadas de Piano "Ciudad de Oviedo" (a las 20 horas en el auditorio). Marshall, también organista, es un reconocido intérprete de las obras de George Gershwin, Leonard Bernstein, Duke Ellington y otros compositores norteamericanos del siglo XX. Ha grabado las obras completas de Gershwin para piano y orquesta con el Aalborg Symfoniorkester, actuando como director y solista de piano.

El programa de hoy está dedicado al jazz y la música americana del siglo XX, con autores como G. Gershiwn y Leonard Berstein y obras como "West side story" y "Rhapsody in Blue".

-¿Cuándo empezó a interesarse intensamente por George Gershwin, Leonard Bernstein o Duke Ellington?

-Fue a los 8 años cuando descubrí y empecé a disfrutar de la música de Gershwin, concretamente con su concierto para piano. Este fue sin lugar a dudas el punto de inicio que despertó en mi la necesidad de ser músico.

-¿Tocar y dirigir al mismo tiempo lleva al límite las dificultades?

-En realidad tocar y dirigir Gershwin no me resulta ningún problema, es más es una cosa que disfruto mucho. En realidad la idea nació en mí ya de pequeño, cuando vi un concierto de André Previn en la televisión y tuve claro lo que quería hacer.

-Si tuviese que decidir por una de las dos actividades, piano y dirección ¿por cuál se inclinaría?

-Soy director y pianista, pero a diferencia de mi vertiente como director, mi repertorio como pianista es muy específico y concreto, por lo que me considero más director que concertista de piano. Además también toco el órgano, haciendo diversos recitales al año por lo que me considero más un intérprete de teclado, en general, que pianista propiamente dicho.

-¿Qué sello personal imprime a esos grandes compositores americanos?

-La aproximación a la música americana es diferente a otros estilos musicales. Lo más importante durante los ensayos es conseguir que la orquesta, como instrumento, entienda e interiorice el sentimiento y el ritmo del jazz. Esto hace que los ensayos sean intensos, pero muy interesantes. Una vez la orquesta se mueve en este sentido, mi trabajo consiste en acompañar a cada músico de la orquesta para que, individualmente, encuentre y entienda la libertad que el jazz siempre te ofrece.

-¿Qué otros compositores forman parte de su repertorio?

-Mi carrera como director empezó con los compositores americanos. En la actualidad mi repertorio es muy amplio y por ejemplo, recientemente he estado trabajando con Mahler, Tchaikovsky, Borodin? Ésta es una de las grandes alegrías de ser director. Te permite conocer profundamente diferentes compositores, con sus sensibilidades y características.

-¿Cómo prepara sus conciertos?

-Como pianista y organista trabajo mucho en solitario. Cuando llega el día del concierto lo más importante es que el instrumento, ya sea piano o órgano, esté en perfectas condiciones. Si es así, me dejo llevar por la música. Como director, lo esencial para mi es estudiar y conocer la partitura profundamente. Descubrir los matices y las dificultades antes de ir a ensayar por primera vez con la orquesta es algo que tengo muy en cuenta. Cada orquesta es diferente, y esto supone un precioso reto que, como director, disfruto enormemente. Es en los ensayos cuando, juntamente con la orquesta, se perfila la obra y se coge la confianza necesaria para ser arriesgado durante el concierto.

-¿Siente el estado de ánimo del público mientras está tocando en el escenario?

-Naturalmente cuando estoy sobre el escenario puedo sentir el ánimo del público. Es esto lo que hace que un concierto nunca pueda ser sustituido por una grabación o una emisión por televisión. Especialmente con el repertorio que interpretaré en Oviedo, con Gershwin y Bernstein, es muy fácil sentir si el público está disfrutando o si está emocionado. En el fondo soy director para hacer que la gente se sienta feliz, y notar esto mientras estoy dirigiendo es lo mejor de esta profesión.