La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

ANDRÉS ÚBEDA DE LOS COBOS | Conservador de pintura italiana y francesa (hasta 1700) del Prado

"El arte antiguo se está convirtiendo en algo incomprensible, sobre todo para los jóvenes"

"El Barroco fue un estilo artístico muy denostado, pero en la actualidad las obras de esa época alcanzan en las subastas precios exorbitantes"

Andrés Úbeda de los Cobos, junto a "La Trinidad en la Tierra", obra de Luca Giordano depositada en el Museo de Bellas Artes de Asturias. IRMA COLLÍN

Andrés Úbeda de los Cobos (Madrid, 1959), jefe de conservación de pintura italiana y francesa (hasta 1700) del Museo Nacional del Prado, es el comisario de la exposición sobre el pintor francés barroco Georges de La Tour (1593-1652), todo un acontecimiento artístico, que inaugurará el Prado el próximo 23 de febrero. Úbeda de los Cobos presentó hace unos días en el Museo de Bellas Artes de Asturias la obra "La Trinidad en la Tierra", de Luca Giordano, cedida en depósito por el coleccionista astur-mexicano Juan Antonio Pérez Simón.

-¿Diría usted que el Barroco es una época superlativa de la historia de la pintura?

-Probablemente si hubiera aquí un especialista en el cubismo o en arte románico, diría que lo superlativo eran esas épocas. Lo que sí es cierto es que el Barroco fue un estilo artístico muy denostado. La crítica se cebó particularmente con él, cosa que no ha sucedido con otros estilos. Es un periodo histórico al que le ha costado muchísimo encontrar su hueco a lo largo del siglo XX. La primera monográfica dedicada a uno de los padres de una de las vías del Barroco, el más clasicista, que es Annibale Carracci, fue en Bolonia y en Roma no hace más de doce o catorce años.

-¿Y Luca Giordano?

-Ha sido uno de los pintores más denostados de la historia de la pintura, pero dentro del Barroco es uno de los más sobresalientes. Sobre el Barroco han existido prejuicios historiográficos que han sido levantados con un enorme esfuerzo. Afortunadamente, ahora no es así. En las subastas de arte las obras del Barroco alcanzan precios exorbitantes, lo cual es buena muestra de que los prejuicios ya no existen.

-La colección de pintura italiana del Prado es la mejor después de la española. ¿Qué la caracteriza?

-El Prado tiene tres patas, una es la española, otra la italiana y otra la flamenca, que también es muy importante. Y la italiana es fabulosa. Lo es porque los reyes españoles tenían grandes intereses en Italia, el reino de Nápoles, Milán. Y al mismo tiempo, en ese momento, en los siglos XVI al XVIII, Italia y particularmente Roma es la caja de resonancia del arte europeo. Es el lugar donde se fraguan hoy diríamos las vanguardias, y era la etapa obligada para los artistas más ambiciosos. Velázquez fue dos veces a Italia y la primera, muy joven, fue a aprender, a ver y a mirar. Eso además de los importantísimos cargos de España que existían en Italia, fundamentalmente el embajador en Roma y el virrey en Nápoles, que en muchas ocasiones fueron grandes coleccionistas y conocedores. En la época de Felipe IV existían más cuadros de José de Ribera en España que en Nápoles, lo cual muestra que su producción para la exportación era muy importante.

-La reciente incorporación al Prado de los dos Fra Angélico de la Casa de Alba habrá sido una magnífica noticia para el museo.

-Es importante para cualquier colección. Son dos obras muy sobresalientes, fundamentalmente por la importancia del artista, pero también por la escasez en el mercado. En España no hay más, pero en Italia tampoco. Por otra parte, "La Virgen de la Granada" ha llegado en un magnífico estado de conservación y además restaurada. Ha sido sacarla del palacio de Liria y colgarla en el Museo del Prado.

-¿Los museos y las grandes exposiciones se han convertido en un espectáculo lleno de gente y móviles o mantienen su condición de lugar de disfrute individual?

-Es una pregunta que no tiene una fácil respuesta. Objetivamente, es bueno que la gente esté interesada por el museo, es un enorme desembolso, un gran patrimonio, y es muy positivo que los visitantes, que en definitiva son quienes lo pagan, se beneficien de ese servicio público que, por otra parte, produce un deleite. La polémica probablemente esté en cuáles son los límites, hacia dónde van los museos. Desde mi punto de vista de profesional de historia del arte, insistiría más en la educación de los visitantes. Nosotros sentimos que los más jóvenes están tomando cierta prevención con respecto a los museos de arte antiguo, prefieren los de arte contemporáneo, lo cual probablemente sea un nuevo prejuicio, antes hablábamos del barroco, ahora podríamos hablar del arte antiguo, pero es cierto que existe una base cultural que justifica eso.

-Tal vez no entiendan la iconografía o la desconozcan.

-El arte antiguo se esta convirtiendo cada vez más en un objeto incomprensible porque implica un conocimiento previo de Historia Sagrada y si hablamos del Prado, de la historia de España. Se puede visitar el museo sin tener ese conocimiento, pero el deleite y la satisfacción es proporcionalmente superior si se tiene una base que permita conocer la iconografía, saber qué santo es y por qué o escenas del Antiguo o del Nuevo Testamento. Si un museo de arte antiguo se convierte en una sucesión de imágenes incomprensibles, ahí existe una barrera. Un museo de arte contemporáneo es sólo aparentemente más fácil, también requiere un conocimiento previo.

-¿Cuántas obras podrán verse de Georges de La Tour en la exposición?

-Son treinta y una, parece un número bajo, pero es un espejismo porque el catálogo de Georges de La Tour es, aproximadamente, de unas cuarenta pinturas y tendremos el 75 por ciento de sus pinturas y prácticamente todas sus obras maestras. Es un proyecto fruto de una colaboración más amplia que hacemos conjuntamente con el Museo del Louvre. Del Prado son dos y el resto viene de todo el mundo. De La Tour pintó fundamentalmente en la Lorena francesa, hay muy poca información sobre su vida y parece que una buena parte de su producción se vendió a particulares y por eso está dispersa por todo el mundo. La mejor colección es la del Louvre, que nos deja tres obras maestras.

Compartir el artículo

stats