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MOISÉS MORI | Escritor, presenta hoy en Oviedo "No te conozcas a ti mismo (Nerval, Schwob, Roussel)"

"El objetivo de mis libros es encontrar esa escritura que podamos decir que es poesía"

"Ahora mismo busco una línea que no sé muy bien cuál es, me gustaría que fuera española y a lo mejor un poco más antigua"

Moisés Mori. NACHO OREJAS

Cada cierto tiempo, Moisés Mori (Cangas de Onís, 1950), profesor de Lengua y Literatura del Instituto Alfonso II de Oviedo, escritor tardío y siempre poeta, aunque sólo haya publicado el poemario "Arte y romance", saluda a los lectores con una obra notable que revela su conocimiento de la literatura y que tiene mucho de búsqueda personal. Autor sólido de libros que combinan el ensayo con la ficción y que siempre persiguen la voz poética, Mori, que empezó haciendo crítica literaria, presenta hoy en la librería Cervantes (19 horas) "No te conozcas a ti mismo (Nerval, Schwob, Roussel)". El libro, editado por KRK y con ilustraciones de Guillermo Menéndez de Llano, toma el título de unas palabras de Monelle, el personaje de Schwob.

-¿Por qué Nerval, Schwob y Roussel?

-Están ahí no diría que por casualidad, pero casi. Me acerqué a los tres hace ya mucho tiempo, cuando era estudiante, y tengo "Las quimeras" de Nerval, "Vidas imaginarias" de Marcel Schwob y "Locus solus" de Raymond Roussel en ediciones de los setenta. Los conocí, los leí entonces y ahora he vuelto a ellos más detenidamente, un poco por azar, porque mi idea no era hacer un libro con estos tres, sino hacer un ensayo sobre cuatro escritores que a mí me interesaban, entre ellos Kafka, pero no acabó saliendo.

-¿Y cómo llegó a estos tres autores franceses?

-La idea de escribir algo sobre Nerval siempre estuvo en el principio, Schwob y Roussel aparecieron un poco después. Roussel a través de una reseña que me encargaron para "El Cuaderno". Hay parte de casualidad o de azar y hay una sintonía personal con estos autores. Pero el libro no tiene la intención de hacer un panorama de la literatura francesa de finales del XIX o principios del XX, son tres partes autonómas, capítulos completamente independientes.

-¿Qué le atrajo del poeta y ensayista Gerard de Nerval?

-Es el más antiguo porque muere en 1855 y creo que es el más conocido, un escritor romántico clásico francés. Encuentro cierta sintonía personal con él, me gusta mucho su poesía. "Las quimeras" es la parte que a mí me parece esencial de Nerval, tiene otros libros surrealistas que tienen que ver con la magia, el sueño, pero me interesan menos, me gusta de él lo que tiene de poesía. Por otra parte, tiene muchos elementos biográficos, en el relato van apareciendo cosas. Cuando lees su biografía, cosas de sus obras, sientes una especie de compasión, es un escritor que se hace querer.

-¿Y Marcel Schwob?

-Su artículo fue el último que escribí. Me parecía necesario incorporar a un autor más frío y distante porque tanto Nerval como Roussel se suicidaron y no quería un libro de suicidas. Acaba siendo un retrato impresionista, he querido hacerlo así.

-Dice usted que Raymond Roussel era un escritor extraordinario.

-Y el más raro. Es un escritor excepcional, admirado por los vanguardistas de los años 20, pero al mismo tiempo era un hombre fuera del tiempo. Pertenecía a una familia muy rica, sus juegos de palabras y el resultado literario me parecen extraordinarios. Titulo su capítulo "París 1877-Palermo 1933" porque los dos son fundamentales en sus juegos con los nombres. El que a mí me parece su libro más notable es "Impresiones de África": aunque no lo entiendas muy bien, ves que es una obra extraordinaria.

-La lectura siempre es importante, pero en su obra parece tener tanta importancia como la escritura. ¿Lo siente así?

-Empecé a leer tarde, nunca fui un niño lector ni joven, comencé cuando llegué a la Universidad y llegué a ella por la poesía de vanguardia. Leí a esos autores y me dije: si la literatura es esto, me gusta. Mi literatura es algo así como rendir cuentas después de cierto tiempo a mis amigos. Es como si les dijera, durante tres o cuatro años he estado leyendo y se me ha ocurrido esto. A todo el mundo se le ocurren cosas cuando lee, pero no las escribe.

-También empezó a publicar tarde, con 41 años.

-Me daba mucha verguenza. Lo hice porque dos buenos amigos, Olvido García Valdés y Miguel Casado, se empeñaron. También ahí me di cuenta de que si se piensa en escribir, la lectura cambia. Por una parte pierde, pero, por otra, ganas muchísimo. Después, finalmente, hay un acto de creación, de escritura. Mis libros siempre los he entendido como literatura y mi objetivo es encontrar esa escritura que podamos decir que es poesía.

-Es un poeta que escribe ensayo y ficción. ¿Por que sólo ha publicado un poemario?

-En el tiempo en que leí por primera vez a estos autores franceses, yo escribía y leía poesía, pero no me sentía poeta. Siempre he tenido esa idea de la escritura, pero, al mismo tiempo, tengo problemas técnicos con la poesía y necesito abrir campos como este de Nerval, Schwob y Roussel. No sé si recuerda mi libro "Escenas de la vida de Annie Ernaux (Diario de lecturas, 2005-2008)", siempre dije que lo había escrito para escribir las dos últimas páginas. Tratan de mí, de lo que pienso, no son estrictamente poéticas pero hablan de lo que me interesa. Cuando me piden una lectura de mis textos, suelo elegir esas dos páginas. Y todo esto es un recorrido que hago para llegar ahí. Lo que me interesa es la literatura y hacer literatura.

-¿Disfruta del proceso?

-Lo paso bien cuando estoy trabajando sobre algo de lo que tengo una pista, es un trabajo casi de policía, pero para llegar ahí hay una rutina, pistas falsas... Lo que es propiamente escribir me cuestra trabajo, me gusta leer y sobre todo leer cuando estoy sobre algo. Ahora mismo llevo más de un año en fase de aproximación a algo que no sé lo que es y no acabo de encontrar esa pista. Leo un poco de todo. Ahora estoy con un ensayo de Tzvetan Todorov sobre Goya.

-¿Sabe lo que busca?

-Busco una línea que no se muy bien cuál es. Me gustaría que fuera más española y a lo mejor un poco más antigua. Me gustaría releer a Valle-Inclán. También a Rubén Darío. La escritura para mí es una tensión, un asunto sobre el que tienes que estar continuamente, y no digamos si estás escribiendo. Hay que estar sobre ello porque si no estás se te escapa. Escribir es un momento, un estado de ánimo.

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