En los últimos veinte años Asturias registró cuatro ataques de osos pardos a humanos, el último ocurrido en junio de 2015. Desde 1975 el número de ataques de oso en toda la cordillera Cantábrica ascendió a 38 casos, de los que ocho tuvieron Asturias como escenario.

Los biólogos asturianos Javier Naves Cienfuegos y Francisco Fernández Gil formaron parte de un estudio internacional sobre ataques de grandes carnívoros, con datos que afectaron a los osos pardos, negros y polares, y a los pumas, lobos y coyotes en Estados Unidos, Canadá, Suecia, Finlandia, Rusia y España.

El estudio, del que ayer dio cuenta el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), concluye entre otras cosas que no está documentado en el mundo en los últimos años un solo ataque de oso pardo con características depredadoras. De los 38 ataques en la cordillera Cantábrica en los últimos cuarenta años, en once se produjeron heridas de distinta gravedad. En la mayoría de los ataques de los plantígrados existían causas que activaron la respuesta violenta del animal. En 22 casos había presencia de hembras con crías. Tan sólo en tres meses, entre abril y junio, se produjeron casi el 39% de los ataques. Es la época de celo y los primeros meses de cría. "Hay incidentes que se producen por encuentros súbitos o por la presencia de factores estresantes, como los perros. Los osos reaccionan cuando nos metemos en su casa", afirma el biólogo ovetense Javier Naves.

Buena parte de los casos ocurridos antes de 1967, cuando la caza del oso pardo se convirtió en ilegal, tienen que ver con situaciones cinegéticas. "Suelen ser ataques de animales heridos", explica Naves. Las estadísticas de incidencias se desplomaron en España tras la prohibición de caza, pero también por la casi desaparición de la especie en la cordillera Cantábrica.

El informe internacional estudia las causas de 700 ataques de grandes carnívoros en los citados seis países desde 1955, y concluye que el 50 por ciento de los casos son directamente debidos a "imprudencias humanas".

De imprudencia se calificó el suceso ocurrido a primeros de junio del pasado año cuando un hombre de 35 años, vecino de Reinosa, resultó con un brazo roto y diversas heridas en cara y cuello cuando fue atacado por una osa en la localidad cántabra de Villaescusa. El hombre utilizó una cámara trampa y colocó un cebo de sardinas y miel próximo al objetivo para lograr hacer fotos impactantes. Casi le cuesta la vida. La última persona muerta por un oso en la Cordillera data de los años cincuenta. Era cazador.

Un total de 294 ataques de osos se registraron en Europa desde 2000.