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JOSÉ MANUEL CARREÑO | Bailarín y director del Silicon Valley Ballet, que actúa hoy en Oviedo

"Cuando bailo no tengo ninguna pena, sea ballet, salsa o flamenco"

"La enseñanza me gusta mucho; en la danza, los maestros, los buenos directores y el aprendizaje son fundamentales"

José Manuel Carreño (La Habana, 1968) pertenece a una estirpe de bailarines formados en Cuba y vinculados artísticamente a su Ballet Nacional. Durante casi treinta años fue una de las grandes figuras del ballet mundial. Bailó en los más importantes escenarios del mundo y su carrera estuvo vinculada al English National Ballet, el Royal Ballet de Londres y el American Ballet Theatre. Desde 2013 dirige el Silicon Valley Ballet, la compañía californiana con sede en la capital del parque tecnológico más importante del mundo y que hoy inaugura, en el teatro Campoamor de Oviedo (20 horas), el Festival de Danza. Es la primera gira mundial del ballet.

-¿Qué le impulsó a aceptar dirigir esta joven compañía?

-Es parte de mi vida, de mi transición. Después de mi despedida del American estuve dos años haciendo televisión, bailando con compañías contemporáneas, bailando flamenco, y en 2013 actué en ella. Dos meses después me ofrecieron dirigirla y acepté. Entonces era el Ballet de San José y les dije que lo único que no me gustaba era que fuera una compañía tan local. Decidí cambiar el nombre y convertirla en una compañía internacional. Y aquí estamos.

-Una buena base técnica y audacia. ¿Son los ingredientes que definen al Silicon Ballet?

-He sido un bailarín muy internacional, he bailado en todo el mundo y siempre me he sentido muy versátil. Ése es también mi objetivo para la compañía, que podamos hacer clásico, neoclásico y contemporáneo y que los bailarines disfruten bailando. El programa de cuatro coreografías que presentamos en Oviedo es una muestra, empezamos con un "pas de deux" de "El corsario" clásico y acabamos con "Minus 16", una explosión contemporánea riquísima en la que bailamos descalzos y hay sorpresas.

-¿Resultó difícil tomar la decisión de dejar de bailar?

-Fue difícil. Amo bailar, veo a estos chicos y me digo: "Ojalá tuviera 20 años". Pero también me da mucho placer enseñar y sacar adelante un programa, y de vez en cuando hago mis roles de carácter. La enseñanza también me gusta mucho y en el ballet los maestros, los buenos directores y el aprendizaje son fundamentales.

-¿Qué siente cuando baila?

-El baile lo es todo para mí. Siempre he sido una persona bastante introvertida, estar en el escenario, contar una historia, pasarlo bien, era mi forma de expresarme. Bailar me encanta, no tengo ninguna pena cuando bailo, y me ocurre igual con el ballet, con la salsa o con el flamenco.

-Ha bailado con algunas de las grandes bailarinas de las últimas décadas. ¿Tiene alguna pareja favorita?

-He bailado con muchas, muy grandes y en diferentes etapas. Son muchos los nombres que podría decirle.

-Pertenece, por formación, a la escuela cubana, que aúna técnica y pasión. ¿Son las dos características del buen bailarín?

-Es muy difícil ganarle al latino en la expresividad. A lo mejor no tiene la perfección física de la bailarina rusa, que te pone la pierna a ciento ochenta grados, pero prefiero emoción y corazón. Por eso siempre decimos que somos bailarines, que no somos gimnastas. Quiero ver una bailarina que me haga reír o llorar.

-¿Cual es la línea que marca la diferencia entre una buena bailarina y una grande?

-No voy a mencionar nombres, pero yo tengo dos categorías. Hay grandes bailarinas y hay grandes artistas. Grandes bailarinas he conocido muchas, grandes artistas las puedo contar con los dedos de las manos.

-¿Qué ha supuesto para el ballet cubano Alicia Alonso, con quien también ha bailado?

-Siempre he sentido un respeto muy grande por ella y lo que ha hecho en Cuba es increíble. El ballet en Cuba es realmente una cosa grande.

-He leído que le gustaría dirigir el Ballet Nacional de su país. ¿Es cierto?

-Aunque hace mucho tiempo que no vivo en Cuba por motivos de mi carrera profesional, no descarto la posibilidad de que algún día pudiera dirigir la compañía. Como bailarín cubano formado en su escuela me sentiría muy orgulloso, pero no en este momento. Tal vez en un futuro.

-Vive y trabaja desde hace años en Estados Unidos, país adversario de Cuba hasta hace un año. ¿Cómo vive este cambio en las relaciones?

-Es un momento histórico y me siento parte de esa historia. He actuado varias veces en Cuba; este año volveré con Silicon Valley y será otro momento muy lindo. Siempre me he sentido un poco embajador.

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