Decía Nietzsche que deberíamos considerar perdidos los días que no hubiéramos bailado al menos una vez. El Silicon Valley Ballet, la joven compañía californiana que dirige desde hace dos años la estrella internacional cubana del baile José Manuel Carreño, volvió a demostrar ayer, en un teatro Campoamor prácticamente lleno, el poder de la danza. "Minus 16", la coreografía de Ohad Naharin, con partitura musical que va desde el mambo de Dean Martin a la música popular tradicional israelí, pasando por Chopin, subió a algunos espectadores, a invitación de los bailarines, al escenario para compartir con ellos ritmo y movimientos. Acompañados también por las palmas del público, hasta el telón se sumó al baile, subiendo y bajando. Y, entre las invitadas, Elisa Novo, directora de una academia de ballet en Oviedo, quien demostró un gran dominio de la escena y del baile. El público se mostró encantado y aplaudió con ganas y con alegría.

El Silicon Valley Ballet abrió ayer el Festival de Danza. Llegó a Oviedo dentro de su primera gira europea. Pero su director, José Manuel Carreño, ya conocía el Campoamor, un teatro que está entre los que le gustan especialmente. En 2004 bailó un inolvidable "Corsario" con Tamara Rojo.

Entre los asistentes se encontraban el concejal de Cultura del Ayuntamiento, Roberto Sánchez Ramos, y la directora de Patrimonio Cultural, Otilia Requejo. La danza es la única actividad cultural del Ayuntamiento ovetense que tiene apoyo económico del Gobierno de Asturias.

La compañía Silicon Valley Ballet es joven y muy internacional. Entre los 32 bailarines que la forman sólo hay un español, el cántabro Óscar Fernández.

En Oviedo presentó otras tres coreografías y la primera fue el "pas de deux" de la obra clásica "El corsario", de Marius Petipa, con música de Adolphe Adam y arreglos de Riccardo Drigo. Chloé Sherman y Yuto Ideno fueron los intérpretes.

"Glow-Stop", una pieza de danza moderna creada en el American Ballet Theatre por Jorma Elo, con una maravillosa música de Mozart, en la primera parte, y de Philip Glass, en la segunda, mostró la exigencia técnica y versatilidad que Carreño trata de imprimir al grupo. La velada se completó con la sensacional música de Keith Jarrett y la juguetona iluminación de la obra "Prism", en la que se enreda mucho con los colores, obra creada por Annabelle López Ochoa,

Carreño, que siguió la actuación desde una butaca de patio, dirige el Silicon Valley Ballet, conocido anteriormente como Ballet de San José, desde hace dos años. En este corto tiempo, ha intentado formar un conjunto de bailarines que, apoyados en la técnica, tengan la versatilidad que se presupone a la danza. Y, de seguir así, darán sorpresas.