El hallazgo del ADN neandertal se ha convertido en el último lustro en una ventana abierta al pasado de la humanidad. Su contribución al conocimiento de los orígenes de nuestra especie y de la que nos precedió -el hombre de neandertal- está siendo una sucesión de respuestas a las grandes preguntas de los científicos. La última acaba de confirmar que neandertales y sapiens (hombre moderno) se cruzaron con éxito hace más de 100.000 años en el Oriente Medio. Es la conclusión de un estudio, publicado por la revista científica "Nature", elaborado a partir de los genomas completos de un neandertal de Siberia y un denisovano, a los que se han sumado un integrante del grupo de la cueva de El Sidrón (Piloña) y otro de Vindija (Croacia).

La noticia adquiere mayor impacto si se considera que hasta hace menos de una década estaba bien asentado que el hombre moderno no había mantenido intercambios sexuales con otras especies humanas que hubieran generado descendencia. Que las cosas no sucedieron así se supo hace tan sólo seis años, cuando la publicación del primer borrador del genoma neandertal reveló que los sapiens euroasiáticos comparten un pequeño porcentaje de ADN de la especie que los precedió.

Entonces se pensó que dicha hibridación se había producido hace unos 50.000 años con la salida de los antepasados del hombre moderno de África, pero la genética y los hallazgos paleontológicos han ido más allá, hasta probar que ese encuentro pudo haberse producido mucho antes, probablemente hace más de 100.000 años.

Así las cosas, las aportaciones de la genética vienen a desmontar anteriores teorías. Para Antonio Rosas, paleoantropólogo encargado del estudio de los fósiles de El Sidrón, la historia evolutiva de la humanidad es más compleja de lo que sabíamos. "A medida que avanzan las investigaciones encontramos nuevos datos que vienen a demostrar que las salidas de África han sido varias y los intercambios genéticos, amplios y en diferentes direcciones".

Hasta hace muy poco se daba por hecho que las poblaciones de humanos modernos llegadas desde ese continente no habían conseguido entrar en Eurasia hasta hace unos 50.000 años, sin embargo, el estudio que ahora publica "Nature", con la participación de Carles Lalueza-Fox, Antonio Rosas y Marco de la Rasilla, entre otros expertos, viene a demostrar que la primera salida de África de humanos anatómicamente modernos se produjo mucho antes de lo que se pensaba. Todo indica que aquellas migraciones que en principio se pensó que no habían prosperado, consiguieron extenderse por el continente asiático.

"Sabíamos desde hacía décadas que hubo una salida temprana de sapiens fuera de África, por los restos encontrados en los yacimientos israelíes de Skhul y Qafzeh", comenta Rosas, "pero al no tener datos paleontológicos, esta salida fue considerada por muchos como una migración fallida". Ahora, la comparación del genoma completo de dos neandertales de Siberia y Denisova con la secuencia del cromosoma 21 de fósiles de El Sidrón y Vindija evidencia que los africanos anatómicamente modernos se hibridaron en algún lugar de Oriente Medio con poblaciones neandertales que llegaron más tarde hasta el sur de la actual Siberia, portando los genes sapiens.

Pero éste no es el único logro de la investigación, porque otra de las aportaciones del estudio es la detección por primera vez de secuencias genéticas de sapiens en cromosomas de neandertales, lo que viene a demostrar que los humanos modernos también aportamos genes a las poblaciones de la especie extinguida. Sin embargo, hay un dato significativo: mientras que estos grupos que se extendieron por Asia tienen genes de nuestra especie, no ocurre lo mismo con los parientes europeos de El Sidrón. Es decir, ni los grupos que vivieron en Croacia ni los que se localizaron en la cueva asturiana muestran rastro alguno de genética sapiens.

La explicación que da Rosas es que esta ausencia puede deberse a que estos grupos concretos de neandertales no se encontraron con los humanos modernos o que si lo hicieron no tuvieron descendencia. A su juicio, "los fenómenos de hibridación entre especies humanas fueron frecuentes pero de baja intensidad".

Para el paleoantropólogo, las nuevas evidencias genéticas dan sentido y marco teórico a los datos de la primera migración sapiens que ocupó buena parte del territorio asiático. Lo que han podido probar coincide con recientes evidencias arqueológicas y paleontológicas que sorprendieron en un principio, pero que ahora no parecen tan descabelladas. Una de ellas se conoció este verano y hablaba de la presencia de Homo sapiens en China hace cerca de 120.000 años. También fueron recuperadas herramientas de piedra al sur de Arabia que se atribuyeron a una salida temprana de hombres modernos africanos. "Ambos hallazgos bien podrían corresponder a estos sapiens que dejaron sus genes en el ramal de los neandertales que migró hacia el Este", comenta Rosas.

Como muy bien adelantó hace algunos años Carles Lalueza-Fox, el análisis de ADN "está cambiando el pasado". La avalancha de nuevos datos ha obligado a repensar la evolución humana con evidencias palpables, porque ahora no sólo sabemos que tuvimos hijos con la especie que nos precedió sino que los tuvimos mucho antes de lo que se pensaba. Y no sólo eso, parece que la capacidad de los africanos anatómicamente modernos de los que descendemos les permitió adentrarse al menos en el continente asiático sin que los neandertales consiguieran frenarlos.

Antonio Rosas, que ofreció ayer en la Universidad de Alicante una conferencia sobre El Sidrón, destaca que el yacimiento asturiano "sigue contribuyendo a investigaciones de primera línea internacional".