Cristóbal Balenciaga (Getaria, 1895-Jávea, 1972), uno de los más destacados e influyentes creadores de moda del siglo XX, solía recordar a sus trabajadores que un gran modisto debe ser un arquitecto para las líneas, un escultor para las formas, un pintor para los colores, un músico para la armonía y un filósofo en el sentido de la medida. Uno de sus diseños de alta costura, el denominado "Vestido de noche en crespón de seda negro y guarnición de cinta aplicada de lentejuelas, guipur y cristales facetados", realizado en el año 1968, es la obra invitada del Museo de Bellas Artes de Asturias hasta el próximo 29 de mayo. Un maravilloso vestido largo negro de noche que perteneció a Sonsoles de Icaza y León, marquesa de Llanzol, amiga y musa del modisto, que, en la actualidad, forma parte de las colecciones del Museo Balenciaga de Getaria. El primero que se exhibe en el museo asturiano.

La pieza, un traje de líneas puras y elegantes, fue presentada ayer por el director de la institución, Alfonso Palacio, y Sonsoles Diez de Rivera, hija de la marquesa de Llanzol y patrona fundadora del museo del modisto. Al acto asistió también el viceconsejero de Cultura, Vicente Domínguez, y las patronas de la institución María Ablanedo e Isabel Bermejo.

El vestido, de diseño tipo túnica y sin mangas, de escote redondo en el delantero y recto con tirantes en la espalda, recurso este último muy habitual en las creaciones de Balenciaga, lleva abertura en la falda en el lado izquierdo. Forrado en crepe de seda, su único adorno es la guarnición de cinta superpuesta con aplicación de cuentas de lentejuelas de color nacarado, lentejuelas con forma floral y flores de algodón. Esta cinta va además perfilada en los extremos con una aplicación de cristales facetados. La sobriedad del corte, habitual en el diseñador y característica de sus vestidos tubulares, se enfatiza mediante la fluidez del crespón que funciona al tiempo como tirantes-joya, ensalzando la silueta femenina y ocultando los escasos y estudiados cortes que son necesarios para la construcción de la pieza.

El vestido se exhibe en la sala del pintor asturiano Luis Fernández (Oviedo 1900- París, 1973), con quien el modisto, según subrayó Alfonso Palacio, mantuvo una buena relación y de quien tenía varias pinturas. "Compartían inquietudes desde el punto de vista formal y conceptual, eran aliados sustanciales en la búsqueda del ideal de belleza", afirmó.

"Es, sin duda, buen ejemplo de las características propias del modisto: minimalismo, simplicidad, comodidad y elegancia; principios que coinciden en su mayoría con la austera poética de Luis Fernández, para quien sus rosas y sus palomas, temáticas de algunas de la sobras que rodean esta obra invitada, refulgían como piedras preciosas en armonías de negros, blancos y grises", añadió Palacio.