El diagnóstico de las pinturas de San Miguel de Lillo "es muy deficiente". La restauradora Montserrat Álvarez explicó ayer durante su intervención en las Jornadas científicas del Prerrománico que "las condiciones actuales a las que se ven expuestas son adversas y distan de lo recomendable, permiten mejora y revisten urgencia". La valoración pone de manifiesto el escaso margen de maniobra de la Administración, obligada a actuar sin dilación si lo que se pretende es salvar las pinturas. La urgencia de Lillo la subrayaron ayer los expertos durante la mesa redonda y la reconoció, momentos antes, la directora de Patrimonio, Otilia Requejo, que les ha dado prioridad sobre Santullano.

La propuesta de conservación y restauración, redactada por Montserrat Álvarez, está pensada para desarrollar en cuatro fases, y desde el inicio hace hincapié en la conservación preventiva, lo que exige restablecer las condiciones adecuadas para proteger los revestimientos murales hoy expuestos a diferentes elementos negativos.

Por eso, el estudio incluye un seguimiento medioambiental que sea capaz de detectar humedades por filtración, condensación y evaporación, y prevé la colocación, una vez que se haya estudiado convenientemente, de filtros que reduzcan la radiación ultravioleta, así como correctores en las ventanas para frenar esa incidencia solar en la orientación sur. La restauradora propone "el acristalamiento con doble vidrio solapado que permita la ventilación y las condiciones ambientales y que evite la entrada de agentes causantes del deterioro", como pueden ser la lluvia, pájaros, murciélagos, que se filtran por las ventanas, lo que Álvarez califica de "dinámicas de deterioro" por su contribución a empeorar el estado de las pinturas.

El estudio incide en regularizar toda la situación, para lo que incluye un estudio del impacto del régimen de visitas, aunque se propone que se compatibilicen con las distintas actuaciones y evaluar si existe o no ese impacto. Después de esta intervención preventiva "vendría la curativa", señala la experta. En esta fase se incluyen los medios y metodologías necesarios para conseguir la estabilización material de todo lo que supone la obra a realizar, que incluye además de las pinturas el revestimiento de los muros donde se asientan.

Una vez consolidados y conservados los estratos, a partir de diferentes tratamientos, la autora del estudio multidisciplinar recomienda una última fase que deberá "tener una rutina de control y seguimiento". Tras la limpieza y consolidación viene la reintegración de las lagunas faltantes de los revestimientos de las paredes, a las que habrá que sustituir partes (cementos, yesos) en mal estado e irrecuperables.

Montserrat Álvarez tiene claro que el proceso de restauración se hará con un criterio conservador. "No se propone la restauración material pictórica de lo que falta sino la reintegración del mortero", es decir, de la capa de enlucido de los muros. Subraya que su propuesta es conservar "adoptando el principio de mínima intervención" y que el objetivo es garantizar la perdurabilidad de los trabajos tratando de frenar el deterioro.