Dentro del mercado actual existen distintas opciones con vistas a elegir la calefacción para los edificios, ya sean estos una vivienda unifamiliar, un bloque de pisos, un hotel o una industria, entre otros. Una de las posibilidades más eficientes a la hora de calefactar y dar servicio de agua caliente es optar por la instalación de una caldera de biomasa (toda materia orgánica susceptible a su combustión de manera eficiente y limpia).

España cuenta con gran disponibilidad de este combustible. Simplemente con la limpieza y el mantenimiento de los bosques se generarían cantidades ingentes de biomasa apta para su uso en caldera, sin necesidad de talar árboles ni reducir los bosques. De hecho, hay importantes sinergias entre la limpieza de los bosques y las calderas de biomasa: para poder mejorar la rentabilidad de la limpieza de bosques (para reducir el riesgo de incendios), la comercialización de la biomasa que se extrae puede marcar una diferencia significante. Además, eligiendo biomasa (pellets, astillas, leña, etcétera), se estará optando por un combustible con un precio sustancialmente menor que el de otros del mercado, como puede ser el gasóleo de calefacción.

Esto repercutirá positivamente en los bolsillos. Pueden conseguirse ahorros anuales cercanos al 40-50 por ciento usando pellets y de hasta el 70 por ciento con astillas en vez de gasóleo. Al ser la biomasa un combustible con un precio estable, permite hacer una estimación a medio y largo plazo de los costes de calefacción, quedando al margen de las grandes variaciones de precio que sufren otro tipo de combustibles y de las incertidumbres que esto provoca.

Por ejemplo, una persona que hubiera instalado una caldera de pellets en su domicilio en el año 2004, podría haberse ahorrado una cantidad que rondaría los 7.250 euros en comparación con una caldera de gasóleo, con un consumo de 2.000 litros anuales de combustible. Y si este consumo hubiera sido de 25.000 litros, por ejemplo el caso de un hotel, la cantidad ahorrada se incrementaría hasta los 90.000 euros aproximadamente.

Con estas cifras queda patente que la instalación de un equipo de biomasa, a pesar de que supone una fuerte inversión inicial, su plazo de amortización lo compensa. Reduciéndose este plazo cuanto mayor sea el consumo de combustible.

No sólo aporta ventajas económicas. El uso de biomasa también tiene beneficios medioambientales y sociales. Medioambientalmente, se transforman residuos en recursos favoreciendo el reciclaje. Además, su balance de emisiones de CO2 es neutro y se minimiza el riesgo de incendios. Es decir, todo el CO2 emitido en el uso energético de la biomasa no contribuye al incremento de su porcentaje en la atmósfera, ayudando a reducir el efecto invernadero y a evitar el continuo cambio climático. A nivel social, posibilita el desarrollo del entorno rural mejorando el tejido empresarial de sectores como el agrícola o el forestal y generando empleo local.

Es importante que dos de las necesidades más importantes que tiene un edificio, como son la calefacción y el suministro de agua caliente, recaigan en un equipo que esté a la altura de las circunstancias. Existe multitud de fabricantes de calderas de biomasa, pero a la hora de elegir uno hay que confiar en el que ofrezca la última tecnología, a la par que una alta fiabilidad.

Características como que la máquina ajuste de forma automática su funcionamiento, independientemente de la calidad del combustible utilizado; un manejo sencillo de las funciones de la caldera, la garantía ofrecida por el fabricante, su servicio técnico, la posibilidad de controlar la caldera a través de su teléfono o internet y, sobre todo, la experiencia de la empresa son sólo algunos de los puntos en los que es indispensable fijarse a la hora de tomar una decisión de tal envergadura. No hay que dejarlo en manos de cualquiera. Sólo los expertos ofrecen las garantías necesarias.