Como "Tricicle" tiene desde hace tres décadas y media sus propios confesados objetivos (lograr la mayor densidad de gags por minuto posible), tenía que hacer suya más temprano que tarde la mutación digital del mundo en que vivimos. De esa apropiación debida y del paso de las nuevas sociedades de la información por el tamiz de su humor sin fronteras (se les entiende y aplaude en China y en Túnez) ha salido "Bits", el espectáculo con el que siguen cosechando éxitos y risas, aplausos y complicidades, desde hace cuatro años. Ocurrió ayer de nuevo en el gijonés teatro Jovellanos, donde repetirán con tres funciones (dos representaciones hoy, sábado, y otra más mañana) y el lleno asegurado.

"Tricicle", es decir, Joan Gràcia, Paco Mir y Carles Sans, le da una vuelta al calcetín de las nuevas tecnologías, a las autopistas enredadas de Internet y a la desestructuración de sus propias aplicaciones, para que veamos el revés de la trama y el envés de la aldea global. En realidad, lo que muestran en la sucesión de "sketches" sin tiempo para dejar de reír, es que el mundo digital se parece tanto al mundo analógico que cabe, en uno y en otro, la alocada fauna humana (o animal a secas) de la que el grupo catalán viene haciendo retrato en cada una de sus propuestas, desde aquel inolvidado "Manicomic" de 1982.

"Bits" confirma que la compañía fundada en Barcelona 1979 es una formidable maquinaria puesta al servicio del humor y que está en el escalón superior del teatro gestual. Desde el arranque del espectáculo, con el aviso del Ministerio de Cultura adviertiendo de la prohibición de hacer vídeos, fotos y acuarelas en el teatro, hasta el desconvocado descanso porque no hay bar en la sala y fumar está mal visto, todo en el espectáculo de "Tricicle" está al servicio de la inteligencia del público y de la risa como reconocimiento de que nada le es ajeno, como al clásico: ni el bit ni el "Bic". Todo lo llevan ahora a un "código de gags trinario", pues los tres actores tiran de los hilos de esas unidades mínimas de información binaria.

En el escenario -una rutilante pantalla va desplengando un mundo parodiado de TuTubos, Triciglemaps, Facekook, Chat.tuChat, TriMail y por ahí seguido- se suceden las escenas en las que vemos entrenadores desquiciados, ancianos casi terminales que compiten por su pastilla, animales de discoteca, conductores con el vehículo averiado o pescadores en una muy particular jornada de pesca. A "Tricicle" le basta un puñado de signos (pocas palabras y algunos sonidos que el contexto hace inteligibles) y su depurada mímica para construir mil y una historias tan divertidas como plausibles.

Uno de los mejores "sketchs" de "Bits" (y todos son muy buenos) es el que "Tricicle" dedica a otros grandes del humor ecuménico, la compaía argentina "Les Luthiers". Los hijos de un tal Johann Sebastian Mastropiero, genial músico sin oído, forman "Los trillizos Mastropiero", que ofrecen aquí, tras una desternillante presentación de los valores personales y artísticos de estos tres intérpretes -con el mismo heredado problema de oído-, una "Versión reducida del vals de los tres segundos". Talento ininterrumpido para todos los públicos.