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MARGA LLANO | Actriz y directora teatral

"Quería ser juez pero era idealista y heavy y no me gustó el ambiente de la Facultad"

"Cuando discutimos Alberto y yo somos dos temperamentos brutales, como Richard Burton y Elizabeth Taylor"

Marga Llano, en la calle Marqués de San Esteban de Gijón. MARCOS LEÓN

-Estoy bien, apurada porque trabajo mucho en distintos sitios.

Marga Llano (Tineo, 1977) ganó el último premio "Oh!" de las artes escénicas de Asturias a la mejor dirección por "Juana o el demonio de la curiosidad", trabaja en las compañías teatrales "Escena Apache" y "Bacaloria", dirige un formato nuevo para TV con su pareja, Alberto Rodríguez, y hace contenidos escénicos para la productora Guayominí con su socia, Arancha Fernández Ramos.

-¿Usted siempre quiso ser teatrera?

-Quería ser juez y empecé Derecho, pero yo era idealista y heavy -de "Manowar" y "Blind Guardian"- y no me gustaba el postureo de las otras tías que iban a clase superelegantes ni aquel ambiente de la Facultad en el que pedías un índice y te lo vendían. Hablé con mi padre, nos parecemos, que nada me entusiasmaba.

-¿Cómo llega a actriz?

-Mi padre es médico y tenía de paciente a Dolores Llerandi, entonces directora del Instituto del Teatro y las Artes Escénicas (ITAE). Él sabía que me gustaba el teatro.

-¿Y usted?

-En el Instituto de Pola de Siero había tres asignaturas de libre elección, Prácticas de Laboratorio era la "maría"; Informática era para empollones y Teatro lo escogíamos los grunges prematuros. Con Belén "la del Cafetín", que trasladaba su entusiasmo por la literatura, hicimos unos entremeses de Cervantes. Lo hice lo mejor que pude y mejor de lo que pensaba porque mi profesora me puso sobresaliente, mi madre estaba orgullosa, mi padre descubrió que tenía talento y mis compañeros me miraban de otra manera. Yo no estaba segura. Mis primeros años fueron como el enganche a un psicotrópico, me costaba mucho salir a actuar pero luego me sentía muy a gusto.

En 1997 entró en el ITAE sin dejar Derecho. Su madre -con la que discutía continuamente- la levantaba a las seis menos cuarto de la mañana y la dejaba en la estación de Noreña para coger el tren de las seis y tres minutos. Llegaba a Gijón antes de que abriera el ITAE. Ahí descubrió algo que le entusiasmaba. Dejó Derecho, en segundo curso se independizó, trabajó de camarera en la cafetería Las Cortes, ennovió con su compañero Félix Corcuera, hubo una huelga en el ITAE, se fue a hacer las pruebas de acceso a la Escuela Superior de Arte Dramático, tuvo una sospecha, se hizo un test...

-Y llamé a mi casa, cogió mi hermana, Guiomar de las Mercedes, y le dije llorando "Guio, estoy embarazada", y ella, "no" y yo, "sí" y las dos llorando, "eres idiota", y yo, "sí". Vine a casa y mi padre me dio un abrazo y me dijo "ese niño lo quiero yo. No te preocupes por nada". Mi madre me dijo todo lo demás, con otras palabras y otro tono. En realidad, yo no tenía ninguna duda, siempre me moví por instinto y como soy como un animalín...

-Mal comienzo para actriz.

-En un año y pico Félix y yo estábamos separados. Cuando el niño tenía 2 años empecé a salir con Alberto, mi mejor amigo del mundo desde la carrera.

-¿Cómo siguió su carrera?

-Tras la huelga suspendieron tercer curso porque sólo éramos dos alumnas. Esperé un año para hacerlo. Pensé que en Asturias podría hacer papeles más interesantes que en Madrid porque no hay tanta competencia.

-¿Fue así?

-En 2002 empecé a trabajar con "Margen". Hice tres montajes, "La Regenta en el recuerdo", "Hamlet" y "La Celestina". Los papeles son Ana Ozores, Ofelia y Melibea, así, tracatrá y olé.

-¿Ahí ya se veía actriz?

-Sí, pero actriz dramática, no completa. En la escuela me decían que no tenía vis cómica. Era muy tímida. Luego, cuando la vida te da un par de guantazos, te sueltas la melena. Fui consciente de lo que era el teatro cuando conocí a Margarita Rodríguez en "Quiquilimón" y me enseñó que en el teatro se hace magia. En "Desalmenados", interpretando a una adolescente que no hablaba bien, aprendí a ser actriz con la persona que más sabía de teatro en Asturias, aunque otros hombres tengan la fama.

En 2000 le dijo al guionista Sergio G. Sánchez, que le daba un curso de escritura, que quería ser "la mejor actriz posible para luego convertirme en directora y escribir mis propias obras". En 2005 empezó a estudiar dirección, lo aparcó en 2006 y lo reinició en 2008 porque iban a cerrar la especialidad. Acabó en 2012 y montó "Escena Apache", empresa de acción cultural...

-Con la primera "Madre Coraje" que se hizo en Asturias, muy ayudada por mi profesor Leopoldo García-Pumarino.

-¿Cómo iba la casa de dos teatreros?

-Una chifladura. Sin horario fijo ni rutina con un niño creciendo y la inestabilidad de ser actores. Alberto puso muchas copas y en esta zona fue más famoso por camarero de La Bodeguita que por actor, hasta que llegó la tele en 2007 con "La Marquesina" en "Terapia de grupo" y desde 2012 con "De folixa en folixa". Él con el estrés de la tele, yo con la carrera y la empresa y el crío por el medio. Alberto me ayudó un montón y yo le aguanté mucho. Somos como Richard Burton y Elizabeth Taylor.

-¿Tanto?

-Sí... Cuando reñimos somos dos temperamentos brutales, no lo voy a negar. Creo que tengo yo más que él. En todas las casas...

-"Planeta Joselín".

-Quisimos renovar el costumbrismo. Es una obra muy bien estructurada, con dos líneas de acción y era una forma de hacer comedia al estallar la crisis.

-Buen momento.

-Todos me llamaban idiota pero nos ayudaba que Alberto empezaba a salir. Él no quería ser empresa, yo sí. A partir de su popularidad podía tener éxito una comedia asturiana y era muy buena manera de empezar una compañía teatral.

-Hace dos años nació su hija, catorce después de su hijo.

-Félix vino cuando vino y Sofía pude tenerla cuando pude. La buscamos y tardamos un mes en encontrarla. Mi marido me dice: "eres más fértil que un valle murciano". Félix no estudia pero es un "gentleman" encantador. Sofi es una fandango que nos tiene agotados, empieza a hablar y es irresistible. Mi familia es mi prioridad absoluta.

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