Si Alonso Quijano hubiera decidido hoy salir a deshacer entuertos habría sido tratado con neurolépticos e internado en una unidad de agudos. Ese sería el tratamiento que le recetarían hoy los médicos, según Tiburcio Angosto, psiquiatra del hospital Vithas Nuestra Señora Fátima de Vigo, quien sostiene que El Quijote pudo sufrir un trastorno psicótico reactivo.

El doctor Tiburcio Angosto llega a esta conclusión en vista de que el personaje de la obra cumbre de la literatura española se acabó curando espontáneamente. También defiende que Alonso Quijano no se convirtió en Don Quijote como consecuencia de un exceso de lectura de libros de caballerías, sino en su intento de buscarles un sentido. Hace hincapié en que el padre de Miguel de Cervantes, Rodrigo de Cervantes, era médico, y en que esta circunstancia pudo influir en la manera en la que el escritor describe varios comportamientos del hidalgo caballero que revelan una patología concreta. Tiburcio Angosto indica que uno de los episodios más conocidos del Quijote, la batalla contra los molinos no son una alucinación, es decir, ver lo que no hay, sino una interpretación delirante de la realidad.