Prokofiev es un genio así que incluso una música presuntamente incidental y de apoyo a una gran película se convierte en sus manos en una obra maestra como se pudo comprobar ayer en el Auditorio de Oviedo con la interpretación de "Iván el Terrible" a cargo de la orquesta Oviedo Filarmonía, el coro de la Fundación Princesa de Asturias; los solistas Egils Silins, bajo barítono; Olesya Petrova, mezzo y Andrejs Zagars, narrador, todos bajo la dirección del maestro Marzio Conti, titular de la sinfónica carbayona que en esta ocasión contó como refuerzo con el concurso de siete jóvenes músicos del Conservatorio de Oviedo que están realizando prácticas extracurriculares. Buena entrada en el coliseo ovetense y al final cuatro minutos y 28 segundos de ovaciones lo que da idea del entusiasmo del público tras una pieza apenas conocida ya que casi nunca se programa.

Nadie se acordó del director de cine Eisenstein para quien Prokofiev escribió lo que se puede considerar como una banda sonora porque la potencia de la partitura es colosal. Incluso en la versión que ayer se ofreció donde predomina el narrador y apenas deja trabajo para el bajo barítono. La obra empieza con alusiones a "Carlos V y Felipe II; Catalina de Medici y el Duque de Alba, Enrique VIII y María la Sangrienta" para situar la acción en el tiempo de la hegemonía española y, no sobra decirlo en estos días, cervantina. Conti otorgó flexibilidad y fuerza al conjunto. Muy bien el coro inicial "Negras nubes se encumbran" que midió la alta medida de la agrupación de la Fundación. Y después la mezzo rusa Olesya Petrova mostró su imponente voz y línea de canto. La patria rusa cruza la obra que sirvió a Stalin de propaganda a pesar del compositor. Los malvados boyardos fueron en la voz del narrador letón Andrejs Zagars, excelente, aún más temibles. En su canción el bajo barítono letón Egils Silins brilló por su poderosa y bella voz incluso en la gestualidad . Y el coro y la orquesta una y otra vez en la excelencia.