La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Hablemos en serie

"El Príncipe", un broche de plomo

Los seguidores claman contra un final violento y amargo, audaz sobre el papel pero rodado con torpeza

Morey y Fátima, el útimo beso.

Supongo que aquí es donde debería poner eso de "atención: spoilers" para que no sigan leyendo quienes no vieron el capítulo final de El Príncipe, pero ¿hay alguien en este país que no se haya enterado del traumático desenlace, seguido por más de cinco millones de telespectadores? Bueno, por si acaso hay algún rezagado:

¡ATENCIÓN: SPOILERS!

Los responsables de la serie rodaron cuatro finales distintos de su criatura para que, en caso de filtraciones, nadie supiera cuál era el definitivo. Comercialmente irreprochable, creativamente discutible porque echar el cierre a una narración jugando al cuádruple despiste no deja de ser una añagaza que tiene algo de traición a los personajes y sus motivaciones. Hay que reconocer, eso sí, la valentía de optar por un clímax casi a lo Sam Peckinpah, y digo casi porque el genial autor de Grupo salvaje no hubiera dejado con vida tampoco a Morey (Alex González) y seguramente hubiera echado mano de la cámara lenta para mostrar los balazos y las caídas. En El Príncipe se cargan a Fran (José Coronado) en plan heroico, como no podía ser menos, y también a Fátima (Hiba Abouk), decisión que ha puesto en pie de guerra a muchos seguidores de la serie: ¡cómo han podido terminar así la historia de amor entre los enamorados!

Sobre el papel, este arreón fatalista es un punto y final arriesgado, casi provocativo. Lo malo es que en la pantalla no funciona y roza peligrosamente el ridículo. Primero, porque el tiroteo final está rodado con aplastante torpeza (otros momentos violentos previos estaban mejor realizados), con un intercambio de disparos que recuerda al peor cine de acción español. La kalashnikov tiene un cargador inagotable y es imposible que una bala disparada al agua alcance su objetivo humano estando a tanta distancia, licencias que en una de James Bond podemos disculpar pero no en un proyecto que presume de realista. Pero lo peor es que la escena cumbre entre la agonizante Fátima y el desconsolado Morey se aproveche para que el chico se quite la camisa (¿cuántas veces lo ha hecho a lo largo de la serie?) para lucir cachas mientras ella dice frases como "eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Solo por conocerte, solo por besarte, ha merecido la pena todo esto". Vale, no es Shakespeare pero las limitaciones de la actriz lo hacen un poco sonrojante. González está más convincente en su desgarro.

¿Y cuáles eran los finales desechados? No es difícil adivinarlos. En uno, Fátima no moría. Que viva el amor vivo. En otro, Fran era la víctima y Fátima sobrevivía. De lo malo... En el tercero, todo era felicidad. No moría ninguno de los dos y el villano recibía su castigo. Por lo visto, nunca se contempló una posibilidad que muchas espectadoras temían: que fuera Morey el elegido para irse al otro barrio. Con o sin camiseta. Ni tampoco una alternativa que, de llevarse a cabo, habría convertido la indignación de ayer en las redes en un juego de niños: que murieran Fran, Fátima y Morey, y que el malvado Khaled se fuera tan campante. Pero El Príncipe, serie digna aunque se desfondara en algunos capítulos, no ha querido ser tan cruel con sus seguidores como Juego de tronos.

Compartir el artículo

stats