Miguel del Arco (Madrid, 1965) es uno de los directores de teatro más reputados del momento. Regresa a Asturias la próxima semana: el día 13 el Centro Niemeyer acoge su particular versión de "Hamlet", la tragedia del príncipe de Dinamarca, papel que representa Israel Elejalde. Del Arco tiene en su haber espectáculos tan sonoros como "Misántropo" -que se estrenó en el teatro Palacio Valdés- y "Juicio a una zorra", con Carmen Machi como Helena de Troya. Atiende a LA NUEVA ESPAÑA por teléfono.
-¿Y por qué otro "Hamlet"?
-Es un fiel compañero de todos cuantos nos dedicamos al teatro. Lo tienes en la cabeza, le estás dando vuelta y, al final, llega el momento de hacerlo. Es un personaje al que es muy complicado enfrentarse desde el punto de vista de los actores: todos lo conocen, está en el ADN del teatro occidental, pero, bueno, finalmente el hecho artístico también empieza con una decisión y eso fue lo que hicimos Israel Elejalde y yo. Los dos hemos tenido relación con la muerte y, a fin de cuentas, "Hamlet" se centra en el sentimiento de orfandad, el duelo y las consecuencias de la pérdida. De eso habla la frase más conocida de la obra: "Ser o no ser".
-Lo decía porque, encima, sorprenden con su montaje.
-Nunca está en mi ánimo eso de sorprender. Plantearte sorprender por sorprender en escena no deja de ser una pérdida de tiempo: lo importante es contar la historia. Pero, además, no a todos hemos sorprendido, a muchos les ha parecido nuestra obra un horror. Ahora estoy trabajando en una zarzuela. Resulta que los espectadores del género lírico van al teatro con la disposición de patear si lo que ven no les gusta. Debe de ser que estoy madurando: antes me preocupaba no gustar, pero se me ha pasado.
-¿Y qué le sigue preocupando?
-Cuando dirijo, lo que me importa es lograr arrebatar al público. No me gustan los espectáculos que me pasan de largo. Verá, el otro día, teníamos representación en El Escorial. Tuvimos algunos problemas que, finalmente, solucionamos. Hacía tiempo que no veía la función, me senté y quince minutos después me descubrí entregado a ella. Eso es lo que busco: ese momento de ausencia, aun sabiendo que sobre la escena tengo amigos, compañeros...
-¿Influyen en su dirección los otros "Hamlet"?
-No soy de esos que dicen que no quieren ver nada para no notar las influencias. He visto todos los que he podido: en España y fuera de España, en cine o en televisión. Además, he procurado leer todo cuanto se ha escrito sobre la obra, pero se ha escrito tanto... He leído estudios de dramaturgia, filológicos, pero llega un momento en que debes meterte en el barro y responder a preguntas tan claras como por qué los personajes secundarios parecen protagonistas, por qué se vuelve loca Ofelia...
-Mantiene una compañía fija y eso no es muy habitual.
-Es un verdadero sueño, es como trabajar en casa. Cuando tienes 45 días de ensayos por delante puedes probar cosas que si no conocieras la compañía no podrías: luchar contra el pudor lleva su tiempo. Si los actores vienen abiertos en canal, el trabajo se hace más practicable. Verá, no hace mucho hicimos "La función por hacer" en Francia, un espectáculo que estrenamos hace seis años, y se mantiene vivo. Pasa igual con "Juicio a una zorra" o "Misántropo". Ya le digo, nuestro sueño era montar una compañía de repertorio. En breve a ver si podemos sacar adelante un proyecto y damos una sorpresa.
-Ha dirigido su primera película.
-Se titula "Furias", estamos ya con los créditos. A finales de mayo la tendremos terminada, pero hasta septiembre no la estrenamos. El productor me ha concedido este tiempo: estaba con "Hamlet" y también con la zarzuela: un espectáculo que suma "La Gran Vía" y "El año pasado por agua" en un viaje alucinado. Estrenamos también a fin de mes. Estaremos en Madrid y luego viajaremos a Oviedo. Y poco más.
-¿Y lo de pasarse a la zarzuela?
-Me había resistido, pero ya no pude decir que no.
