El novelista Gonzalo Torné (Barcelona, 1976) no sabe muy bien qué es un libro. "Es una cosa muy rara que abres y de repente una voz empieza a hablarte". No obstante, parece que sí sabe que la calidad de una novela no depende de que sus protagonistas intercambien cartas o crucen correos electrónicos, viajen en avión o en coche de caballos. Es cuestión de "atrezzo". En ese sentido, la llegada de internet no ha transformado la esencia del trabajo de creación literaria. Pero sí que ha cambiado, opina, la promoción de las obras y de los autores, o las relaciones entre los propios escritores.

Éstas fueron algunas de las reflexiones con las que arrancó el primer acto de las V Jornadas Culturales de la Facultad de Filosofía y Letras, que este año han salido del campus y se han trasladado a las renovadas instalaciones del Club Prensa Asturiana LA NUEVA ESPAÑA para proyectarse a la sociedad. En esta ocasión, las jornadas llevan por título "Web de significados. Generación millenial e internet" y tratan de explorar en cuatro charlas -las próximas tres se celebrarán los 16, 23 y 30 de mayo- en qué medida las nuevas tecnologías están transformando los procesos de creación literaria, musical y audiovisual. Acorde con este enfoque, los actos también rompen con el modelo de conferenciante clásico y se articulan como unos diálogos un tanto platónicos. Ayer, al mando de las preguntas al escritor barcelonés -autor de la aclamada por la crítica "Hilos de sangre"- estaba Javier García Rodríguez, profesor de Literatura y director de la Cátedra Leonard Cohen de la Universidad de Oviedo. Ambos fueron presentados por el decano de la Facultad, José Antonio Gómez Rodríguez.

Una de esas preguntas fue en qué medida el uso de las pantallas ha cambiando el modo de leer. Javier García habló del "lectoespectador". Y Gonzalo Torné respondió que él lee igual. Pero introdujo matices. Confesó que a los nuevos libros que le interesan llega "fatigadísimo", pues antes podía encontrar una o dos entrevistas y otras tantas críticas en revistas y periódicos y hoy, con la llegada de los blogs y los medios digitales, esas reseñas se multiplican. Pese a ello, considera que siguen siendo los medios tradicionales en papel los que marcan el éxito de un libro. "Los libros de escritores de mi generación que han tenido cuatro o cinco ediciones son los que han sido aplaudidos en los principales suplementos culturales".

Torné escribe en uno de ellos, "El Cultural", y hace una sección dedicada a bucear en las novedades que aparecen en la Red. Pero las aborda con mesura. No es un adicto. Se abrió un twitter y dice que le gusta discutir mucho en este patio global de vecinos. Pero no tiene Facebook. Incide en que el autor ha de "absorber" las novedades tecnológicas de su época y, en especial, las nuevas formas de relación que ofrecen entre las personas. No obstante, pide que no se exagere el impacto tecnológico pues a veces no deja su sello en la labor del novelista más allá de cuestiones de atrezzo. "Los personajes ya no tienen que entrar a llamar a una cabina, usan su móvil". Torné admite que hace unos años, y de mano de escritores que no eran precisamente nativos digitales, se exageró la importancia de estas innovaciones. "De una manera un tanto ingenua, cuando se incluían correos electrónicos se ponía hasta el asunto del email, para que quedara claro. Es como si en una novela epistolar del siglo XIX incluyeran también el sobre y el sello".

Aquellas novelas nunca vistas que algunos se prometían, se quedaron en "fuegos de artificio", dice Torné.

Las nuevas tecnologías también prometían otras utopías. "La fantasía de los escritores de mi generación era que la presencia continuada en las redes y la autopublicidad de los escritores iba a generar grandes comunidades de lectores. Pero hoy, lo primero que hago cuando veo a un escritor auto promocionándose en Twitter es bloquearlo", indicó Torné, que con respecto a las nuevas tecnologías se siente, por razón de edad, "como esos bichos raros primitivos que pasan a una época que está comenzando. Nos acordamos de un montón de cosas rarísimas, pero no puedes evitar estar en el siglo XXI".

Otra cosa son, considera, los escritores nativos digitales. "En esta generación hay una influencia benéfica de las redes. En mi generación, los aspirantes a escritor estaban muy aislados. En mi clase, que leyeran en serio había dos. Sin embargo, los nativos digitales tienen redes cristalizadas de escritores de distintos países. Por ejemplo, Luna Miguel tiene un montón de amigos escritores ¡rumanos! Por primera vez hay una fluctuación internacional de ideas. Y todo eso les da más confianza y les hace menos desconfiados entre ellos".

La charla, motorizada con las preguntas de Javier García, abordó también cómo la influencia de los blog sí está alterando, en opinión de Torné, el trabajo poético de los nacidos en los noventa. "Mantienen un tono confesional muy elaborado y sofisticado y tienen una despreocupación por la construcción formal del poema en beneficio de una torrencialidad casi expresionista". Luego, el director de la cátedra Leonard Cohen preguntó sobre la influencia de los "youtuber" en la difusión de las obras. Y ahí Torné confesó que sólo tiene una "opinión transitoria". Ésta: "Para tener seguidores hay que hacer el tonto. Sí, hay una relación directa entre hacer el tonto y un montón de seguidores".