A Agustín Fernández Mallo (La Coruña, 1967) le gustan los retos. Le "excita investigar la realidad" y buscar "zonas de ensamblaje de riesgo" para construir sus pequeños monstruos, que llegan en forma de poesías, novelas y ensayos. Ayer, en Avilés, en el Centro Niemeyer, Fernández Mallo, que salió del anonimato con "Nocilla dream", realizó una lectura de poemas de su último trabajo "Ya nadie se llamará como yo" en el que aborda temas nuevos para él. "Yo hablo mucho de las ciencias o la sociedad de consumo; una poesía urbana que tira más a lo místico, aunque creo que se puede hacer mística con los códigos de barras o con los chicles. En este libro abordo la fusión de la naturaleza con el mundo del consumo. Lo que me gusta es trabajar en zonas de fronteras, mezclar cosas que en principio parece que no pegan, crear esas monstruosidades que es donde puede haber algo interesante para que salga algo creativo", aseguró el escritor.

Es en la poesía donde Fernández Mallo se encuentra más cómodo: "Todo lo que hago nace de la poesía. Creo que mis novelas son poemas disfrazados de novela. En mi cabeza todo se mezcla, todo sale del núcleo poético, que a veces toma un camino de narrativa o de ensayo". Y elige la poesía pese a que asume que no es lo que más consume el lector. "No escribes poesía para que te lean miles y miles de personas. En poesía vender mil ejemplares es ser un best-seller. Yo escribo para mí, para investigar mi mundo. Si eso luego gusta, mejor", comentó. Fernández Mallo investiga en la poesía casi como se hace en la física, mundo del que procede por estudios. Y según el escritor, no hay tanta diferencia entre ambos: "No tienen nada que ver en cuanto al lenguaje, pero el científico es alguien que nos hace ver las cosas más cotidianas de otro modo. El poeta también: hace girar cualquier objeto, fenómeno para verlo de otra manera. Para mí sería un acto de violencia contra mí mismo negar ambos mundos".

Para el escritor, la poesía se ha convertido en los últimos años en el terreno de la literatura donde más se experimenta y busca nuevos caminos. Y eso casi se puede ligar con la corriente a la que se adscribió a una serie de escritores de su quinta bajo la "etiqueta" de "generación Nocilla", al hilo de las novelas del propio Fernández Mallo. "No fuimos una generación, pero sí una corriente en la que desde el año 2000 muchos narradores diferentes, cada uno de su padre y de su madre, estéticamente hablando, empezamos a escribir de un modo muy diferente a nuestros predecesores. La corriente de renovación sigue ahí, seguimos haciendo muchas cosas".