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Comidas y bebidas

La sombra alargada del vino

Casa Marcial, en La Salgar.

A mediados de la década de los noventa del pasado siglo, Matarromera era de los vinos más buscados de España. Hasta el punto que la búsqueda, en algunos casos, llegó a convertirse en un frenesí. La mayor parte de quienes lo perseguían y no encontraban sencillamente porque no existía -la cosecha de 1994 se había agotado- jamás pudieron explicar si tanto esfuerzo había valido la pena. Matarromera, elaborado en el corazón de la Ribera del Duero, un tinto de crianza con 8 meses de barrica, se había hecho con el título de "mejor vino del mundo", gran medalla de oro de la Unión Internacional de Catadores. La distinción, bien manejada por el emprendedor Carlos Moro, corrió como un reguero de pólvora. Los premios que en la actualidad se otorgan a los vinos, sumado el capricho de gurús como Robert Parker y otros, son tantos y variados que apenas pueden considerarse noticia. Pero entonces, en los albores de un nuevo tiempo, el hecho de que un vino español mereciese tal atribución saltó a los informativos de la televisión y de la radio de manera vertiginosa. Luis del Olmo detuvo su programa de la mañana para brindar por el campeón, lo mismo hicieron Iñaki Gabilondo y Luis Herrero. "El País" tituló: "Matarromera: de la cepa a la gloria".

¿Mejor del mundo un vino español? ¿Acaso Vega Sicilia ha dejado de embotellar? Fernando Point, en "El Mundo", proyectó las primeras sombras de duda invocando a los grandes château bordoleses pero el sólo hecho de citarlos hizo que la comparación engrandeciese aún más la aureola triunfal que rodeaba al vino de Moro. Matarromera, que exporta entre el 35 y el 42 por ciento de su producción, arrastra esa leyenda desde el inicio de su andadura.

Carlos Moro sonríe al recordarlo. El pasado jueves, en un acto organizado por su distribuidora, Disceas, presentó en el restaurante Mestura de Oviedo el primer blanco de la bodega, con denominación Rueda, un verdejo (Mataromera 25 Aniversario 2013) del que se siente tremendamente orgulloso. Y sus tres hijos tintos más especiales y queridos: Matarromera Reserva 2011, Matarromera Prestigio 2012 y Matarromera Gran Reserva 2005. Todos ellos monovarietales, cien por cien tempranillo, golosos, densos, con una concentración frutal que se adhiere al paladar. Los matarromera acompañaron un menú equilibrado y meritorio de ese buen cocinero que es Javier Loya, teniendo en cuenta lo complicado que resulta sintonizar tintos así con un arroz marinero o un pixín braseado, ambos perfectos y con un esfuerzo sobreañadido, el del carbón con tomillo del rape, para no desencajar con los vinos. Los dos muy ricos igual que el huevo Roner con perrechicos y aireado de espárragos. El cuarto de los platos salados, una ternera naufragando en una demi-glace, invitaba a abandonar. El postre, un tocinillo de fruta de la pasión con helado de coco y chocolate blanco, nuevamente a regresar.

Casa Marcial, en el Foodie Top 100. Casa Marcial, el restaurante con dos estrellas Michelin y un par de soles Repsol de La Salgar (Arriondas), ha sido incluido entre los cien mejores establecimiento del mundo de la lista de Mode Media's Foodie, un grupo de comunicación especializado en estilo de vida que incluye uno de los canales culinarios más seguidos por los aficionados a la comida. Nacho Manzano no para de recibir espaldarazos.

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