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Un arranque ilusionado y caótico

En el auditorio de Oviedo, los músicos de la OSPA que estuvieron en el Campoamor aquel 12 de mayo de 1991. En la primera fila, por la izquierda, Francisco Revert, Juan Carlos Cadenas, Ivan Kratochvila, Joshua Kuhl, Claudio Vásquez, Héctor Corpus y Rafael Casanova. Detrás, Jeffery Prentice y Masten Brich. Más arriba, Francisco Barahona y Galina Federova, un poco tapada. Detrás de ellos, Jantien Kassies, Sandrine Ferrand e Irina Bessedova. LNE

Oviedo, Javier NEIRA

La trompa falló una y dos y tres veces en el inicio del concierto de inauguración de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, de la OSPA, el jueves hizo 25 años. Interpretaban "Tres versiones sinfónicas" del asturiano Julián Orbón. En la primera, en la pavana, el denominado instrumento del diablo rozó el desastre. Pero aquella joven agrupación no estaba dispuesta a arruinar su presentación en sociedad así que se sobrepusieron y sacaron adelante la difícil cita en el teatro Campoamor de Oviedo. En el aniversario, ensayando en el Auditorio, se auto homenajearon tocando el cumpleaños feliz. De aquel conjunto musical 15 músicos, 15 profesores según la denominación oficial, aún siguen en la orquestas.

No fue ese el único problema. Un mes antes el delegado general de la incipiente institución artística, que iba a ser sin duda su primer gerente, Juan Bosco tiró la toalla ante la miríada de dificultases e incompresibles. El director Colomer, que habían contratado para el arranque, también se echó atrás y hubo que improvisar con el maestro Doron Salomon que finalmente subió al podio aquella tarde noche de mayo. Los músicos eran muy jóvenes de distintas nacionalidades, idiomas y culturas y apenas se entendían. No acabaron ahí los problemas. La orquesta era sucesora o sustituta o usurpadora -según las versiones- de la veterana Orquesta Sinfónica del Asturias (OSA), liquidada ya para la ocasión. Así que había algunos resentimientos en el universo de la música asturiana. Y encima se estrenó en campaña electoral así que fue tachada de socialista y oportunista. En el colmo de los colmos algunos de sus principales patrocinadores no acudieron a la velada. El teatro apenas registró media entrada.

Con todo la agrupación triunfó y se consolidó. El jueves y el viernes ofrecían en Gijón y Oviedo dos conciertos de gran nivel fruto de la línea de trabajo que llevan toda la temporada de la mano de su director titular Rossen Milanov.

"Me parece magnífica, me alegro mucho de que Asturias cuente, por fin, con una orquesta", decía en el descanso de la cita, aquel 12 de mayo de 1991, el compositor Cristóbal Halffter, una de las personalidades musicales invitadas al primer concierto de la OSPA. Por su parte, el crítico Enrique Franco afirmó que, pese a ser un poco pronto para emitir una opinión, "estamos ante la gran orquesta que puede tener Asturias. Todos los elementos son magníficos, pero naturalmente una orquesta se hace con el tiempo".

La presentación de la nueva Sinfónica asturiana no estuvo arropada por el público, ya que sólo unas setecientas personas acudieron al concierto, prácticamente la mitad del aforo. La ausencia más comentada, sobre todo por los invitados de otras regiones, fue la del presidente del Gobierno regional, Pedro de Silva.

La OSPA interpretó un programa compuesto por obras de Julián Orbón, Prokofiev y Dvorak. Inició el concierto con la ejecución del himno de Asturias y, al final, ofreció tres bises. Entre los invitados, además de Ruiz Tarazona, responsable de actividades musicales de la comunidad de Madrid; y a Jacques Bodmer, director de la Orquesta de Santa Cecilia de Pamplona. El concierto, en el que actuó como solista el pianista ruso Dimitri Alexeev, se ofreció al día siguiente en Gijón y veinticuatro horas después en Avilés. El programa que abría Orbón se completó con el concierto para piano número 3 de Prokofiev y la sinfonía número 7 de Dvorak.

La memoria sigue viva en los protagonistas. Masten Brich, violinista, recordaba el pasado jueves que eran "de muchos países. Yo de EE UU, de California. Era todo nuevo, no hablaba español. El repertorio también era nuevo y difícil como el concierto de Prokofiev. Era la primera vez que tocaba el Europa. El Campoamor me pareció un teatro muy bonito". Brich había acabado sus estudios muy poco antes "España te va a encantar me dijeron y me vine. El inicio fue un poco caótico porque el director Colomer se rajó poco antes y no había dinero pero salió bien". El maestro Doron Salomon fue clave con su entusiasmo. "Se ha hecho un magnífico instrumento. La Orquesta del Principado de Asturias tiene unas posibilidades inmensas. Posiblemente tiene la mejor sección de viento metal de España", indicó en las vísperas.

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