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JOSÉ LUIS GUERÍN | Director de cine y guionista, participa hoy en la primera de las sesiones de Laboral Cineteca con su película "La academia de las musas"

"Con las nuevas tecnologías hay que estar atentos para no caer en la banalización"

" 'La academia de las musas' es esencialmente una celebración del diálogo y de la palabra en un momento en el que ésta está muy devaluada"

José Luis Guerín. LNE

La originalidad, sensibilidad y riesgo estético que asume en sus películas le aseguran un lugar singular en el actual cine europeo. José Luis Guerín (Barcelona, 1960) vuelve hoy a Gijón para presentar en Laboral Cineteca su última película, "La academia de las musas", y conversar con el público. Tiene un "Goya" por "En construcción" y el Premio Nacional de Cinematografía.

-¿Son deseables proyectos como éste, con encuentros entre director y público?

-Bueno, la presencia del director es, a veces, una condición necesaria para que lleguen las películas. Yo, como cineasta, lo que deseo es que el público se relacione directamente con la obra. Tengo la impresión de que, en ocasiones, los directores estamos sobreexpuestos, que se nos da demasiada importancia. Lo fundamental es que el público vea la película. Lo que hay es que asegurar espacios que permitan el encuentro de los espectadores con el cine, pero todo el año y no sólo en las semanas que dura un festival. Tenga en cuenta que yo soy hijo de la Filmoteca y de los cine-clubes, sin ellos no existiría. El cine más ambicioso que se hace hoy no se estrena en las salas comerciales. Por tanto, hay una responsabilidad ahí por parte de los centros de arte o cinematecas.

-Ha sido un director bien valorado en Gijón, donde ha participado en su festival de cine. ¿Por qué ha dejado de venir?

-Sí, me hicieron una retrospectiva y no hace tanto que estuve allí. Además, me encanta Gijón. Sí es cierto que mi última película, "La academia de las musas", se presentó en el Festival de Sevilla.

-¿Qué supone "La academia de las musas" en su filmografía?

-Nunca he encontrado un espacio en el cine en el que asentarme, tampoco una fórmula. A veces, me parece que con cada nueva película es como si destruyera la anterior. En "En la ciudad de Silvia" apenas había diálogos, por ejemplo, mientras que esta última es esencialmente una celebración del diálogo y la palabra. Es una película que no habría podido hacer sin las precedentes, pero tiene algo nuevo. Esa novedad está en la puesta en escena de la palabra, en el acercamiento de la palabra en un momento en el que siento que ésta está muy devaluada, y no sólo en el cine.

-En "La academia de las musas" aparecen como fondo la "Divina Comedia", Dante, un seminario de poesía... ¿Qué importancia tiene en su obra la poesía como manera de mirar?

-No hay que ir tras lo poético, porque cuando se busca resulta siempre una impostura. La poesía en cine, y es una diferencia con la literatura, tiene que ser la consecuencia y no un apriorismo. Esta película transcurre en una comunidad de literatos, pero está narrada en prosa. Es cierto que hablan de poesía y de sonetos, pero el espectador se da cuenta pronto de que los personajes hablan de otra cosa y de que lo literario queda trascendido. En realidad, se habla de tensiones de poder, de amor, de celos, de seducción, de manipulación; es decir, de temas que, más allá de lo literario, conciernen a todos.

-Cuando hablaba de mirada poética me refería a que su cine, desde "Los motivos de Berta", "Innisfree" o "Tren de sombras", se ha caracterizado porque trasciende el uso tópico de los materiales fílmicos...

-Sí, es verdad que los escritores seleccionan una palabra y no otra; crean climas, atmósferas, a través de las sonoridades y resonancias de las palabras. También trabajo así, pensando en las resonancias de una imagen, aunque me da un poco de pudor pensarme como poeta.

-En su cine hay también una búsqueda de la depuración retórica, de la concisión...

-Bueno, en el cine la forma es muy importante. Y la forma no es algo meramente decorativo; al contrario, es el vehículo que tenemos los cineastas para expresar nuestras ideas.

-Ha incorporado distintas técnicas y disciplinas a sus películas, desde el vídeo al dibujo. ¿Las nuevas tecnologías están cambiando la forma de ver y hacer cine?

-Sí, sin duda. Por mi vivencia tengo claro que las nuevas tecnologías hacen posible que haga películas como las "Correspondencias" con Jonas Mekas. Esas "cartas filmadas" serían difícilmente concebibles en soporte cinematográfico. Lo mismo ocurre con "La academia de las musas", que es una película hija de las nuevas tecnologías. Éstas son siempre un arma de doble filo. Me interesa mucho experimentar y beneficiarme de las ventajas que dan, pero creo que demasiado confort tecnológico no es bueno para la creación. Cuando las imágenes son hijas de ese confort, se banalizan. Los cineastas necesitamos ser más esenciales que nunca cuando utilizamos estas nuevas tecnologías. Es como las fotografías que se hacen con un móvil. Cualquier foto de los años cuarenta tomada por un amateur nos parece hoy una creación artesanal por la composición, la luz, la distancia... Se ve un afecto en la imagen del que carecen las que capturamos ahora con nuestros móviles. La tecnología ha de estar al servicio de nuestro pensamiento, y no al revés.

-¿La proliferación de imágenes y su creciente banalidad son una amenaza para el cine?

-Sí lo son, aunque hay cosas que celebrar. Es el caso del acceso a las películas, que era tan difícil. Y hay una amenaza, porque cualquiera hoy puede hacer una película. Todos hacemos imágenes, pero rara vez merecen ser contempladas. Sinceramente, la creación casi nunca ha estado del lado de la facilidad. Obliga siempre a un plus de atención. No soy un reaccionario y celebro las novedades, las uso. Lo que digo es que debemos estar atentos para no incurrir en la banalización.

-En algún lugar he leído que usted, en el fondo, es el resultado de un niño asombrado ante las películas de Charlot...

-Es muy esquemático. Soy hijo de muchas lecturas, cuadros, películas... Lo he mencionado en alguna ocasión porque es el primer cineasta del que tengo conciencia de haber visto sus películas. Y, cómo me ha acompañado durante tantas décadas, se convierte en un signo de identidad.

-Ha dicho que filma sin guión. ¿Lo importante es el hallazgo?

-Vale para "La academia de las musas". Con guión o sin él, dejo un margen para que la película vaya descubriéndose en el rodaje. Es lo que da sentido a la práctica del cine. Si yo conociera de antemano todo el contenido de la película, perdería el deseo de hacerla. Dicho de otra manera, el deseo de hacer una película es el de descubrirla.

-¿El montaje rubrica el estilo del director?

-Depende del cineasta. Debería fundirse todo en una unidad. A mí me entristece cuando se diferencian el guión, la realización y el montaje. Lo interesante es la ósmosis. Una película es un organismo único. Ahora bien, el montaje es donde más siento la escritura del cine, porque cuando ruedas estás preocupado de demasiadas cosas.

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