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Hablemos en serie

"Outlander", amor más allá del tiempo

La segunda temporada cambia con brillantez el rudo paisaje escocés por las intrigas palaciegas de París

Sam Heughan y Caitriona Balfe en una escena de amor.

La primera temporada de "Outlander" dejó buen sabor de boca. Basada en las populares novelas de Diana Gabaldón sobre una viajera en el tiempo que vive entre la espada y la pared de dos amores en distintas épocas de la historia (su marido en el siglo XX, un guerrero escocés en 1743), la propuesta, poco original ciertamente, mezclaba con entusiasmo acción, aventura y romance perfumado con suave erotismo. La pócima funcionaba porque estaba hecha a partir de un exquisito trabajo de ambientación, guiones sólidos y un reparto competente (todo un descubrimiento Caitriona Balfe y Sam Heughan).

La segunda temporada era todo un enigma porque cambiaba las Tierras Altas de Escocia y los castillos y cabañas de escasa comodidad por los lujos de París, las intrigas palaciegas y los líos políticos. Siete capítulos después (el último de ellos más que notable, con una intensidad dramática desgarradora) se puede certificar que la serie progresa adecuadamente y que, incluso, supera en algunos aspectos a la primera temporada. Los avances hablan de un regreso a Escocia en el episodio 8 y esperemos que con el cambio de aires se mantenga el nivel hasta el final.

El primer capítulo arrancó con el grito desesperado de la protagonista que vagará por una carretera con aspecto desolado. "Outlander" ha logrado construir uno de los personajes femeninos más potentes de los últimos tiempos. Una heroína de armas tomar con la sensibilidad y la sensualidad a flor de hiel. Amansando el ritmo y prescindiendo casi de la acción, "Outlander" se maneja como pez en el agua por los laberintos franceses mezclando humor escatológico (la escena en la que el rey estreñido intenta defecar en el "trono" real acompañado por media corte es memorable) con visitas a los puticlubs de la época, a los bailes de inmensos salones y a los jardines reales donde una humillación real parece que duele más.

A la pareja protagonista se le exige más interpretativamente y la trama bascula entre el drama puro y duro (el estremecedor desenlace del episodio 7) con los rifirrafes políticos y rivalidades entre escoceses e ingleses que dan mucho juego. El resultado es un gozoso entretenimiento que sublima materiales con tuercas de culebrón.

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