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Un camino entre pucheros

El regreso de la nieta de Constante

Ana Fernández Iglesias reabrió en 2013 en Cañedo el bar restaurante Las Brisas Pravianas, que su abuelo hizo famoso por los guisos, la sidra y los quesos

Ana Fernández Iglesias, en una de las zonas de su merendero, detrás del establecimiento, en Cañedo (Pravia). ANA PAZ PAREDES

Pasada la una de la tarde, ya empiezan a llegar comensales a la sidrería-restaurante Las Brisas Pravianas, un establecimiento señero del concejo de Pravia y que puso en pie, allá por 1927, el abuelo de Ana Fernández Iglesias, Constante, en la localidad de Cañedo.

En un pequeño alto, y asomado a un paisaje que no puede ser más asturiano, se entiende el nombre de este establecimiento en cuanto una suave brisa refresca al viajero si llega en un día de calor. Entonces sí que apetece tomar unas sidrinas y sentarse o bien en la terraza delantera del local o, aún mejor, en ese estupendo merendero que tienen detrás, con mesas de madera, columpios para los niños e inclusive un cenador donde es un placer reunirse con los amigos y la familia, en torno a una gran y larga mesa de madera, tanto para comer como para cenar todo lo bueno y rico que sale de la cocina de este bar.

"Este bar lo abrió mi abuelo Constante y luego pasó a mis padres, Luis e Isabel. Cuando se jubilaron, lo tuvimos alquilado una temporada y a partir de 2013 retomamos la dirección mi marido y yo. Aquí se celebraban bailes que tenían lugar en la zona del merendero. Entonces venía mucha gente por la fama de sus cocidos, por la sidra y también por el queso afuega'l pitu", recuerda la nieta.

Tanto la zona del chigre, muy auténtica y espaciosa, como en su acogedor y entrañable comedor -donde antaño estaba el lavadero y se enfriaba la sidra además de poner a curar los quesos afuega'l pitu que Constante compraba a los productores-, quien se siente a la mesa podrá disfrutar de los platos que elabora Ana, que aprendió el oficio de su madre, pero también siguiendo diversos cursos de reciclaje y de formación.

Durante unos años se apartó del oficio para dedicarse por entero a sus hijas Elena y Sara. Pero jamás se olvidó de la profesión con la que, como quien dice, había crecido. "Echaba mucho de menos el trato con el público, estoy muy contenta de haber vuelto a cocinar", añade.

De lunes a viernes cuenta con un menú a diez euros con tres primeros, tres segundos, postres y café incluido, en el que hay un poco de todo en cuanto a comida tradicional. Durante el fin de semana no tiene menú y lo que procede es disfrutar de algunos de las especialidades, y son muchas, de su carta. Aunque también, eso sí, elaboran menús para grupos a partir de diez personas, a gusto del cliente.

Entre algunas de las especialidades que tienen más seguidores en este local están los chipirones a la plancha o guisados con patatas, las parrochas, pulpo a la plancha, el cachopo tradicional, el rollo de bonito en temporada, que hace días ya empezó a servirse en sus mesas; pote, ventresca de bonito a la plancha con ensalada y patatas, callos, revuelto de setas y jamón o de caviar de oricios, pitu caleya, lacón asado con patatas, solomillo con foie al Pedro Ximénez, carrilleras de ternera, tacos de bacalao con fritada. Entre los postres ahí están el arroz con leche, la cuajada con nueces y miel la copa de la casa.

En fin de semana es conveniente llamar y reservar en el 985822930. Las Brisas Pravianas tiene un amplio aparcamiento. Cierra los martes por descanso.

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