El fotoperiodista asturiano Javier Bauluz (Oviedo, 1960) expone a partir del viernes de la próxima semana en el vestíbulo del Centro Niemeyer de Avilés. La muestra lleva por título "Buscando un refugio para mis hijos" y se centra en la avalancha de los refugiados sirios que vive Europa occidental desde el pasado septiembre. Atiende la llamada de LA NUEVA ESPAÑA en el mismo momento en que está aparcando.
-Las primeras fotos son de agosto pasado.
-Eso es. Las últimas, de abril. En cuatro meses alternos he recopilado todas las imágenes: empecé en agosto y septiembre del año pasado, seguí en octubre y noviembre y regresé hace nada. Lo que hice fue seguir a los sirios desde su llegada a Grecia y en su recorrido hasta Alemania.
-Da fe de un problema que hasta hace nada no existía.
-Existía, pero, tienes razón, no existía. Estaba en Kosovo y nos dimos cuenta de que algo estaba sucediendo en Macedonia. Patricia Simón y yo alquilamos un coche y nos plantamos en la frontera de Macedonia y descubrimos los trenes, que eran propios de los años cincuenta, cargados hasta los topes. Mujeres, niños, todos amontonados y sin ayuda. Aquello que estábamos viendo nos condujo al principio del viaje: a la isla de Cos, en Grecia. Me plantaba a las cuatro de la madrugada a ver amanecer y comencé a ver botes que llegaban de Turquía. Seguimos a los refugiados a Macedonia, a Hungría, a Serbia, a Austria, a Alemania.
-¿Y entre medias?
-Entre medias vi familias que huyeron con lo puesto, los ahogados en las playas... Hombres y mujeres que eran tratados como animales.
-¿Y uno se hace de teflón al otro lado del objetivo?
-Si eres una persona normal todo aquello te toca, te afecta psicológicamente, para bien o para mal. Me emocionó cómo fueron recibidos los refugiados en Austria. En Frankfurt vi la imagen que sintetizaba todo el viaje: unos niños sirios jugando en un tobogán.
-¿Qué sucede en Europa ahora?
-Me da vergüenza esta Europa que fomenta la xenofobia. Pero no todo es lo mismo. La xenofobia se combate con la empatía. Nuestro futuro como sociedad es evitar que gane la xenofobia.
-Este tipo de fotos se parecen a las de los exiliados tras la Guerra Civil.
-Han pasado ocho décadas, y si comparas las fotografías que he hecho con las de entonces, sólo se diferencian por la ropa que llevan los refugiados. Estas fotos, en sepia, podrían ser como las de Perpiñán en 1939, en el final de la Guerra Civil.
-¿El premio "Princesa de Asturias" a James Nachtwey pone el fotoperiodismo en su sitio?
-Ayuda, pero falta mucho.
