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Comidas y bebidas

Vinos jóvenes para días largos

La burla.

Estos días largos quizás pidan vinos cortos, inmediatos, frescos, jóvenes, capaces de transmitir las sensaciones de la estación que se avecina aunque con temperaturas, eso sí, algo más bajas de lo habitual, en medio de una revuelta meteorológica que va mucho más allá de lo que sugiere la inestabilidad primaveral.

Para la ocasión sugiero tres de una bodega tan singular como asombrosa, Viña Luparia, que ha presentado no hace mucho la segunda añada de sus interesantes vinos jóvenes de la Tierra de Castilla. Dos de ellos son blancos, La burla y La rebeldía, un airén y un sauvignon blanc, respectivamente. Ambos, además de sabor y frescura, vienen acompañados de historias que los hacen más sugerentes e incluso comprensibles en la memoria de quienes los beben. El primero se relaciona con el cuento "Pedro y el lobo", frutal y chisposo, algo coñón en la propuesta, rico en los matices florales. El sauvignon nos trae la historia del espíritu salvaje de "Amarok", en la tradición inuit, y se expresa de una manera mucho más densa y glicérica que su hermano. El precio de cada uno es de 4,75 euros, una ganga. El tercero de los vinos de Viña Luparia es un tinto elaborado con tempranillo llamado La inocencia y tiene como lema el cuento "Caperucita Roja", de Charles Perrault, pleno de frutos rojos, ligero, suave, perfecto para tomar a cualquier hora y también para acompañar comida. El precio, 5,50 euros, lo hace muy competitivo.

Siguen dos rosados de carácter distinto. Para empezar, Homenaje, de Marco Real, de la Familia Belasco, en Olite, que viene a honrar la larga tradición navarra en este tipo de vinos. Se puso a la venta en primavera apostando un año más por la imagen, esta vez con una flor en su etiqueta de la diseñadora alavesa María Clé, y poniendo de manifiesto los hilos que en la actualidad unen a la moda y la viticultura. Cien por cien garnacha, color rosa frambuesa como caracteriza a los vinos navarros de esta naturaleza, con toques de grosella y cereza, de una frescura inmensa para beber fresco aunque no a los seis grados que recomienda la bodega. Entre ocho y diez alcanza su apogeo. Una golosina a 4,25 euros la botella. El siguiente rosé es de los llamados de lujo, Lalomba, de Ramón Bilbao, estilo provenzal, cremoso, de color salmón pálido, podría recordar a los elegantes rosados de Les Baux. Noventa por ciento garnacha, el resto viura, es producto de una vendimia manual de racimos de uvas en pequeñas cajas guardadas en frío durante veinticuatro horas, provenientes de una ladera del Monte Yerga, en Alfaro (La Rioja). El precio de este nuevo rosado de Ramón Bilbao abriga las mismas pretensiones que el vino y fachada lujosa: 17,50 euros la botella, aproximadamente lo que se suele pedir por sus primos franceses.

Por último, un tinto tan fresco y frutal como seductor. Se llama Mascaradas y es una novedad de Bodegas Fariña. Cien por cien tempranillo, seis meses en barrica de roble y amabilidad garantizada. ¿El precio? Algo más de 6 euros la botella. Dos blancos, dos tintos y otros tantos rosados, todos ellos bebibles para dejar la primavera y entrar en el verano.

Bienvenido el bonito. En Asturias el bonito es un pescado rey. Hay casas donde se come varias veces por semana en temporada y donde también se congela para tener parte del otoño cubierto. Se cocina a la plancha, al horno, o guisado con arvejos, encebollado y muchísimas veces en rollo. Las albóndigas con una salsa rubia son una variante tradicional de esta última preparación. Otra forma de cocinarlo y que, hace años, rescató el cocinero Paco Ron es con chocolate, elaboración que también recuerda las recetas ancestrales de las abuelas, que conocían perfectamente el resultado de esa alquimia de mar y cacao, que, aunque a primera vista puede resultar chocante, sin embargo asombra. Cuando concluye la temporada, uno ya no sabe cuántas veces ha salido de la pescadería con bonito ni cuántas veces lo ha pedido en los restaurantes.

Queso y sidra. El queso Massimo de Rey Silo ha encontrado en la sidra asturiana una compañera ideal. En concreto, la sidra Sopeña, que se elabora en el llagar El Gobernador, de Villaviciosa, cien por cien cosecha propia a partir de cinco variedades de manzana de la finca de San Justo. Massimo, a su vez, es el hermano mayor del tradicional queso blanco troncocónico de Pravia. Alcanza un peso de entre 1,6 y 2 kilogramos, de ahí su nombre. Elaborado por coagulación láctica, la cuajada se moldea a mano con cucharón y después de perder el suero por su propio peso, se desmolda y se sala uno a uno a mano, dando paso al afinado. Se trata de dos productos asturianos excelentes que comparten jornadas gastronómicas en medio centenar de siderías. Sencillo, con la botella de sidra se podrá disfrutar del queso.

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