Pablo Guerrero (Esparrogosa de Lares, Badajoz, 1947) es leyenda viva entre los cantautores -suya es, por ejemplo, la canción "A cántaros"- y es, además, el músico encargado de abrir el ciclo "Voces vivas" que se desarrollará a lo largo de este verano en el pub Santacecilia, en la calle de Galiana. Conversa con LA NUEVA ESPAÑA por teléfono.

-Regresa a Avilés.

-Y lo hago con una guitarra acústica y otra eléctrica, con un repertorio pequeño, de algo más de una hora y media, y con canciones de toda la vida.

-Normal.

-Por supuesto. Sonará "Dulce muchacha" y también "A cántaros", pero también habrá temas de "Plata" o de "Luz de tierra". Tenemos algunas canciones inéditas, pero no sé si nos atreveremos a presentarlas mañana [por hoy] en Avilés.

-Sería una lástima.

-Es que las estamos haciendo todavía.

-No para de escribir.

-Sobre todo, poesía. Luis Mendo y yo nos traemos entre manos un proyecto en el que han participado algunos más, pero es, sobre todo, cosa nuestra.

-¿Cuánto llevan usted y Mendo en la carretera?

-Va para dos décadas. Primero estuvo con Aute y, después, se vino conmigo. Da mucha tranquilidad trabajar con él: conocemos nuestros vicios, nuestras virtudes y nuestros defectos. Y todo eso lo sobrellevamos bien.

-¿Qué poesía prefiere leer? ¿La suya o la de los otros?

-Admiro a los actores que son capaces de hacer suyos poemas que han escrito otros para otros. No es mi caso: me siento más cómodo leyendo lo mío porque conozco la resonancia y la medida de las cosas.

-¿Los públicos han cambiado?

-Muchísimo. Y el que me gusta es el actual: en los setenta sólo había comprometidos. Decías "libertad" y la gente aplaudía. Lo que pasaba en los 80 es que los espectadores sólo querían escuchar lo ya oído. Siempre gusta reconocer una canción que ha sonado, pero así corres el peligro de que uno no pueda evolucionar como cantante o como poeta. Cada dos años, más o menos, presentamos nuevo material y los espectadores de ahora lo recoge muy bien.

-Lleva lloviendo "a cántaros" desde hace más de cuarenta años.

-No puede faltar en ningún concierto: no pienso dejar de cantar esa canción. Es cierto, sin embargo, que no siempre la interpretamos igual: la rearmonizamos para no aburrirnos. Hubo un tiempo en que la detestaba, pero se me pasó hace tiempo. Es muy bonito que algo que has escrito deje de ser tuyo porque el público la ha tomado como propia. Sólo me ha pasado con "A cántaros" y no puedo estar más agradecido.