Aristóteles enseñaba caminando, de ahí que a sus discípulos se les llamase los "peripatéticos" (del griego "peripatêín"); los seminarios de Gustavo Bueno en torno a los que se construyó el llamado "Grupo", "Escuela" o "Círculo de Oviedo", tenían una dinámica mucho más igualitaria -acorde a los tiempos de apertura que vivía España-, alrededor de una mesa, en la que se discutía en torno a diferentes materiales planteados por el maestro y se llevaba a cabo "un trabajo democrático y colaborativo", según profesor Alberto Hidalgo. Eso sí, "Bueno siempre fue el líder, el que señalaba la senda, establecía tareas y llegado el caso zanjaba las discusiones".

Hidalgo llegó en 1972 al círculo de Bueno, junto a Julián Velarde o Amelia Valcárcel, entre otros. El "Grupo de Oviedo" ya venía rodando desde los años sesenta. Entre los primeros discípulos se contaban el estudiante de Derecho Juan Cueto (que aportó el enfoque del estructuralismo, el postestructuralismo o la semiótica), Vidal Peña -que profundizó en la ontología e historia de la filosofía-, Arturo Martín o Ramón Chao. Más tarde llegarían Pilar Palop, Ricardo Sánchez o Ramón Valdés del Toro, volcado hacia la antropología, que se iría a Barcelona.

Un momento culminante fue la polémica entre Bueno y Manuel Sacristán sobre el papel de la filosofía. Éste publicó en 1968 "Sobre el lugar de la filosofía en los estudios superiores", donde proponía suprimir la licenciatura en filosofía y eliminar la asignatura de la enseñanza media. Bueno reaccionó con el libro "El papel de la filosofía en el conjunto del saber", donde planteaba la necesidad de hacer confluir ciencias y filosofía, y resaltaba "la función socrática de la disciplina, su importancia para la formación de la ciudadanía, dice Hildalgo. Luego seguirían sus "Ensayos materialistas" y su "Ensayo sobre las categorías de la economía política".

La "Escuela de Oviedo" fue el intento de trasladar a todos los campos del saber las teorías del maestro del "cierre categorial", para lo que quiso atraerse a figuras de las más variadas disciplinas.

A partir de 1972, los integrantes del círculo estaban becados por la Fundación March. Conseguir una beca de ese tipo no era fácil, y el proceso para admitir a un nuevo miembro estaba marcado por la discusión. "Siempre fue exigente, aunque no intimidaba. Las tesis se hacían eternas. Te decía: 'Siga usted, profundice más'. Siempre buscaba más", señala Hidalgo.

El gran empeño de Bueno fue hacer regresar los estudios de Filosofía, Psicología y Ciencias de la Educación a Oviedo, en 1976, al antiguo colegio mayor Valdés Salas, una decisión que causó una gran polémica.