El religioso asturiano Pedro Belderrain Belderrain acaba de asumir el cargo de Superior Mayor de los misioneros claretianos de la provincia de Santiago, la más numerosa de cuantas forman el territorio mundial de la congregacion. Bajo su dirección quedan 34 comunidades religiosas y casi 260 misioneros de las provincias de Asturias, Galicia, Castilla-León, Castilla-La Mancha, Cantabria, La Rioja, Madrid, Aragón, Comunidad Valenciana, además de tres comunidades en el extranjero: París, Zürich y San Petesburgo. En Asturias los claretianos ejercen su pastoral en las parroquias del Corazón de María de Oviedo y Gijón y en el colegio del Codema, en Gijón.

Precisamente en este centro educativo se formó Belderrain, nacido en La Felguera en 1964 y criado desde los cuatro años en Gijón. Con 18 años, recién acabado el COU, pidió ingresar en la congregación de los claretianos, de la que nunca se ha apartado. Fue ordenado sacerdote en 1990 y enviado a Gijón de nuevo, como profesor del Codema (1990-93), además de responsable de la pastoral juvenil y vicario de la parroquia.

Licenciado en Teología Dogmática por la Universidad de Salamanca y también en Sociología, ha sido profesor del Instituto Teológico de Vida Religiosa y de la Escuela Regina Apostolorum de Madrid en temas relacionados con las ciencias sociales. También ha estado muy vinculado a las revistas "Misión abierta" y "Vida religiosa", siendo un referente para la Conferencia Española de Religiosos -fruto de sus estuidos sobre el tema- en cuestiones relacionadas con la formación, la revitalización de la vida religiosa y el análisis de los fenómenos sociales y las actitudes de la sociedad europea actual frente a la experiencia religiosa.

Su nombramiento tuvo lugar la pasada semana en Madrid, donde se ha estado celebrando el III Capítulo Provincial, con participación de 72 claretianos de la provincia. Belderrain aseguró que vive su designación como un motivo de enhorabuena y con el reto, entre otros, de transmitir "que en el siglo XXI se puede vivir con alegría, lucidez y coherencia el cristianismo; ser cristiano no es algo del siglo XIX".