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TATJANA GÜRBACA | Directora de escena de "Mazepa", que abre la temporada lírica de Oviedo

"Oviedo se conoce en Europa como un lugar donde se hacen óperas diferentes"

"Tchaikovsky muestra en 'Mazepa' cómo la generación en el poder, con sus miembros enfrentados, destruye el futuro de los jóvenes"

Tatjana Gürbaca, ante el escenario del Campoamor. LAURA CARADUJE

Su madre es italiana, su padre turco, ella es alemana y su historia familiar se extiende a toda Europa. Esa mezcla de sangres y culturas ha de hacerse notar inevitablemente en sus escenografías. Tatjana Gürbaca (Berlín, 1973) debuta en España como directora de escena y lo hace en el Campoamor, con "Mazepa". Es la primera vez que Gürbaca trabaja en España y es también la primera vez que esa ópera de Tchaikovsky, singularmente sangrienta y pasional, se representa en España. Desde Inglaterra y Canadá hay reservas de localidades para asistir al espectáculo, los días 11, 13, 15 y 17 de septiembre.

-¿Cómo es posible que nunca se haya visto "Mazepa" en España?

-Las óperas de Tchaikovsky son muy difíciles para los cantantes. Tiene dos barítonos de voces muy grande, también el tenor, la orquesta... Esa es una razón. La otra es que "Mazepa" relata un episodio de la historia más profunda de Rusia. No son hechos conocidos, y no hay realmente héroes, sino antihéroes, y no son siempre simpáticos. Incluso la historia de amor es extraña, es muy intensa y se sale de los clichés.

-¿Qué tinte da a la escenografía para actualizarlo?

-Cuando hago una producción no la sitúo en un año concreto, intento que se entienda a través de los siglos. Con esta ópera conocí la historia rusa, que es apasionante. Me atrae mucho la figura de Pedro El Grande, el zar, que desde el lodo construyó San Petersburgo y modernizó esa sociedad. En un principio Mazepa estaba muy cerca de él. La ópera de Tchaikovsky recoge dos puntos de vista diferentes, por un lado el del padre de María, la protagonista femenina, que es conservador, tradicional, muy religioso... y por otro el de Mazepa, opuesto y que llega a resultar inquietante. El público llega a entender que ambos puntos de vista tienen cosas buenas y malas y cómo la generación que está en el poder, con sus miembros enfrentados entre ellos, lo único que consigue es destruir el futuro de los jóvenes. Se parece a Shakesperare: muestra cómo pequeños acontecimientos privados provocan grandes sucesos políticos, lo pequeño se convierte en grande.

-¿Su primera impresión del Campoamor?

-Aquí la gente trabaja con pasión, la estructura está muy bien engranada y todo es fácil. Hacía siete años que no veía la producción, que se estrenó en Amberes, en un ciclo sobre Tchaikovsky, y ahora, al mirar el escenario, pienso: ¡Madre mía, todo está ahí!

-Pero en cada nuevo montaje habrá cambios.

-La producción es la misma pero los cantantes son diferentes y cada uno tiene su forma de moverse y expresarse, y le dan un tono diferente. Yo intento explicarles la situación y el carácter de los personajes pero luego dejo que ellos los desarrollen: con solo verles el gesto sabes si lo están sintiendo de verdad. Eso se ve inmediatamente, al segundo. Y a aquí hay un elenco de jóvenes cantantes rusos, con mucho poder y energía.

-Años atrás gran parte del público era reacio a las actualizaciones de las óperas clásicas.

-Es más fácil acometer una ópera desconocida, porque la gente viene a descubrirla, no ha visto los vídeos ni escuchado los discos, no espera oír las mismas voces. Yo pienso que no importa demasiado que ofrezcas al público una versión clásica o moderna, lo que importa es que esté bien hecha y que te creas la historia, a los personajes, y que te convenza. Lo que a mí me choca es ver en una producción clásica a los cantantes caracterizados con grandes vestidos barrocos y moviéndose de forma moderna, de una manera en la que nunca lo harían los personajes en aquella época.

-Esta es la primera vez que trabaja en España.

-Sí, y es muy excitante. Estuve en Colombia, también hispanohablante, pero éste es mi primer trabajo en España.

-¿Se habla de la ópera española en Alemania y el resto de Europa? ¿Y de Oviedo?

-Sí, por supuesto. Se conocen teatros grandes como Madrid y Barcelona. Y se sabe de Oviedo como un lugar donde se hacen óperas interesantes, diferentes y de una forma menos clásica que en otros teatros españoles.

-¿Usted ha notado esa diferencia?

-Lo que hace la gran diferencia es que el teatro sea de repertorio o no. Yo prefiero el segundo porque te permite crear con libertad. Muchos teatros europeos tienen un cuerpo de cantantes y músicos estable, a veces ensayamos con unos y los que cantan son otros... Estreno una ópera y se mantiene cinco años, por ejemplo, y vuelvo al año y no reconozco mi producción. Lo bueno es trabajar con unos cantantes y mantener la energía, y el deseo es exhibir lo que se ha logrado con ese trabajo conjunto.

-¿Ya ha tenido oportunidad de darse una vuelta por Oviedo?

-He intentado ir por la tarde caminado a las montañas, aprovechar la hora de la comida para pasear por la ciudad, y es precioso. Mi marido está aquí y ya hemos decidido que el año que viene venimos en vacaciones. Está muy interesado en las cuevas y la arqueología, ha visitado muchas cuevas en Francia y ahora quiere visitar las de España. Y a mí me gusta mucho la cultura española, desde hace mucho tiempo: he bailado flamenco, en Berlín tengo muchos amigos españoles, bebemos vino español, escuchamos música española...

-Las próxima vacaciones en España, entonces.

-Ya he estado en Andalucía, Madrid, Barcelona, Bilbao... Me gusta mirar a la gente andando por la calle, cómo camina, cómo habla... Es muy rítmico. Y las mujeres... Tengo la sensación de que las mujeres en España tiene una gran seguridad en sí mismas. Ayer, en una sidrería, vi a un grupo de mujeres, vestidas elegantes, con sus joyas, tomando un vino rosado... Disfrutando de la vida. Eso no se ve en Alemania y es fantástico.

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