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PEDRO HALFFTER | Director de orquesta, al frente hoy del concierto conjunto por la paz de la OSPA y de Oviedo Filarmonía en el auditorio Príncipe Felipe

"La música y la cultura no deberían supeditarse a tensiones políticas"

"Sería magnífico que pudiésemos acercarnos a un estreno de ópera como si fuésemos a ver el de una película de no conocemos"

Pedro Halffter, ayer, en el auditorio de Oviedo. IRMA COLLÍN

Pedro Halffter (Madrid, 1971), actual director artístico del teatro de la Maestranza de Sevilla, y también titular de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla y de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, dirige hoy, miércoles, en el auditorio Príncipe Felipe, a las 20 horas, un concierto por la paz. En su retorno a la capital asturiana, acompañarán a Halffter profesores integrantes de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias y de la Oviedo Filarmonía, en un programa muy ambicioso que recoge también su faceta compositiva. El "Adagio in memoriam Ana Frank", del propio Halffter, y la sinfonía n.º 7 "Leningrado", de Dimitri Shostakovich, son las dos obras que se interpretarán esta tarde.

-¿Cómo califica la respuesta de los profesores y del público ovetense?

-Oviedo es una ciudad con una oferta cultural muy interesante, y eso le da visibilidad a nivel nacional. Es fundamental la labor de ambas orquestas, la ópera y de los premios "Princesa de Asturias", pero, si existe todo ello, es gracias al público. El trabajo con las dos agrupaciones sinfónicas está siendo muy bueno, y queremos demostrarlo esta tarde.

-Éste es un concierto por la paz. ¿Por qué las obras del programa remiten a la guerra?

-Kant afirmaba que el estado natural del hombre es la guerra, y tristemente hoy seguimos rodeados de violencia. Cuando Shostakovich compuso su sinfonía en 1941, San Petersburgo estaba sitiada por el Ejército alemán, pero es relevante el orgullo que manifiesta al escribir sobre el pueblo ruso. La posición que la música ocupaba entonces difiere considerablemente de la que podemos encontrar en los conflictos actuales porque el contacto con el público no es tan directo. Esta obra es de plena actualidad, como si pudiéramos escuchar a través de ella a aquellas personas que están siendo asediadas en Oriente Medio.

-Su obra, el "Adagio in memoriam Ana Frank". ¿Qué pretendía al componerla?

-Lo escribí como prólogo al "Emperador de la Atlántida", de Viktor Ullmann, que se estrenó en el Teatro Real con una nueva orquestación que yo mismo realicé. El campo de concentración de Auschwitz, donde Ana Frank y Ullmann coincidieron, está relacionado con el asedio de Shostakovich. Ambos compositores luchan contra la opresión con su música. La partitura es bastante dramática, y pretende ser un pequeño réquiem por una de las personalidades icónicas a la hora de representar a los niños víctimas de conflictos bélicos.

-¿Hay nuevos proyectos para la ópera "Emperador de la Atlántida"?

-Sí, es un proyecto importante que tendrá un camino propio en el futuro. Después de Valencia y Sevilla, queremos que su estreno fuera de España sea un acontecimiento significativo, y eso implica elegir un lugar adecuado. Además estoy realizando algunas modificaciones que creo convenientes.

-Las programaciones de los teatros están experimentando cambios, ¿qué consideración le merecen?

-La ópera es un género tremendamente amplio, lo malo es que las programaciones de los teatros están limitadas y pueden ofrecer muy pocos títulos. La recuperación de títulos y la ampliación del repertorio operístico es fundamental, de otra forma nos perderemos obras injustamente olvidadas. A veces esta recuperación no depende tanto de los teatros como de agentes externos. Por ejemplo, de los cantantes que tienen en su repertorio un papel determinado, o de la posibilidad de encontrar a un sustituto en caso de incidencia. Pero sin duda sería magnífico que pudiésemos acercarnos a un estreno de ópera como si fuésemos a ver uno de una película que no conocemos, salvando lógicamente las distancias entre ambos géneros.

-¿Cree que España trata bien a sus músicos? ¿Cuál sería su reivindicación?

-Se ha vivido una época extraordinaria en los años 90, cuando se crearon numerosas orquestas y auditorios, que ahora parecen haberse perdido. Las orquestas deberían desarrollar una intensa labor social, y el concierto de hoy es un buen ejemplo de ello. La cultura no debe subordinarse a tensiones políticas, y las orquestas sinfónicas no pueden ser prescindibles. Desde ahora tienen la obligación de ofrecer la más alta calidad musical en sus interpretaciones, y, al mismo tiempo, ser accesibles a todo el mundo. El público debería conocer su orquesta y sentirse orgulloso de ella, como ocurre en ciudades como Viena o Berlín, porque al fin y al cabo son parte de la cultura de la ciudad.

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