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El fisalis, revolución dulce en Asturias

El Principado alberga en Valdesoto (Siero) la mayor plantación en España del fruto sudamericano, que se abre paso en las tiendas al natural o en mermelada

Agustín Sierra muestra el fruto en Castiello.

Rico en antioxidantes, bueno para la vista y bajo en azúcar. Estos son sólo algunos de los factores que convierten en atractivo a un fruto originario de Sudamérica que en los últimos tiempos busca hacerse un hueco en las cestas de la compra de los asturianos. El physalis o fisalis tiene su centro de producción mundial en Colombia y otros países de la zona como Perú o Chile, pero desde hace cuatro años encuentra en Castiello (Siero) su principal reducto de crecimiento en España de la mano de Agustín Sierra, que a base de práctica va perfeccionando su cultivo.

Las posibilidades del fisalis son varias. Además de su consumo directo, el producto es demandando para la elaboración de una mermelada de una textura muy característica, pues cada fruto cuenta con unas 200 semillas que se traducen en un acabado muy particular. Además, crece su aceptación para la elaboración de aperitivos de bodas y banquetes y también es utilizado por el sector de la repostería para elaborar algunos de sus productos más exclusivos.

La llegada del fruto a este barrio de la parroquia de Valdesoto fue por casualidad. "Una familiar tenía una planta y decidimos darle un espacio en nuestros terrenos", explica Sierra, que también señala como poco a poco la apuesta se redobló.

"Al principio teníamos una planta, luego diez y como veíamos que se vendía todo pasamos a tener cien", explica este hombre que conjuga su trabajo en una asesoría con las labores del campo.

La previsión es que para este año haya una cosecha potencial de 4.000 kilos, aunque admite que esas previsiones suelen verse reducidas por continuos imprevistos. "Es una fruta muy delicada que se ve muy afectada por las heladas y el excesivo calor", comenta de una planta para la que la temperatura ideal va de los 15 a los 25 grados aproximadamente.

Entre las ventajas se encuentra una de sus más particulares características. El capuchón que recubre el fruto supone una protección adicional que evita los daños provocados por otras especies. "Los pájaros y los insectos no suelen atacar las cosechas", sostiene Sierra, que por otra parte apunta que la conservación de dicho capuchón es esencial para lograr ventas.

"Aunque el fruto esté bien, si el capuchón tiene mala presencia no te compran", puntualiza el agricultor, que ve difícil crear grandes explotaciones por el hecho de que no existe una temporada concreta de recolección. "La planta da poco a poco durante todo el año", cuenta.

De todos modos, señala que el esfuerzo merece la pena y que el producto tiene importante aceptación y posibilidades de competir con el mercado internacional. "Obviamente en Sudamérica hay mucha calidad, pero los viajes en barco merman mucho al fruto y en avión resultan muy caros", apunta como oportunidad de negocio con un fruto que en el mercado puede alcanzar hasta los 15 euros por kilo y que aquí en Asturias están logrando comercializar a través de un grupo empresarial.

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