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Un camino entre pucheros

Carne guisada con nombre propio

Julia Canal González está al frente de los fogones del bar restaurante El Puente de Ponga, en Sellaño, donde ofrece platos tradicionales con su toque personal

Julia Canal González, junto al río cercano al local que regenta en Sellaño. ANA PAZ PAREDES

Ponga es uno de los concejos más impresionantes del interior del oriente asturiano y, a partir de este mes y cuando empiece el otoño, aún mucho más. Bosques, ríos, montañas, pueblos con indiscutible encanto y un buen número de rutas para perderse por su paisaje inmenso lo convierten en un concejo de imprescindible visita para los amantes de la caleya, de los buenos momentos y de los lugares donde se come rico y además en un entorno agradable, que invita a la charla y a la tertulia. Uno de esos locales es el que desde hace algo más de dos años regenta Julia Canal González en la localidad de Sellaño: el bar restaurante El Puente de Ponga, bien visible pues está asomado a la carretera, con su terracina bien cubierta por un toldo color vino.

Dentro sorprende su calidez tanto por la piedra de sus paredes como la madera que la adornan; detalles asturianos que van poblando sus esquinas, como el caso de sus lámparas, además de una iluminación amable que invita a relajarse y a comer con tranquilidad mientras que, de fondo, suena una música gratificante.

Y es que para esta mujer llegada desde Gijón a su tierra materna -su madre, Leontina, nació en Cazo, a dos kilómetros de Sellaño- trabajar y vivir en este pueblo pongueto le produce muchas satisfacciones. "Me encuentro muy contenta con la clientela, con lo que hago y donde vivo", dice esta mujer con gran mano para la cocina y que, al tiempo, le gusta dotarla con su toque personal. Ése es el caso, por ejemplo, de su carne guisada, "que parece un plato sencillín, que lo ves en muchos sitios, y que a mí me sale especialmente rico porque, manteniendo una base tradicional, le añado alguna cosina más", afirma sonriendo.

Y es que, además de buena cocinera, es Julia mujer tranquila, de voz sosegada, que habla sin prisa, tomándose su tiempo para explicar que su restaurante es como una casa amiga donde, además de a comer, se va a charlar, a escuchar música e incluso quien quiera hasta a tocar el piano. "Aquí tenemos uno para quien se anime", añade.

Hasta finales de septiembre tiene un menú con un primero y un segundo, además de su amplia carta de tapeo y platos para compartir. A partir de octubre y el resto del año ya es todo a la carta. Así por ejemplo, y además de la carne guisada, otros platos que cocina con éxito son el cabrito guisado con patatinos, las carrilleras con verduritas, sus ensaladas de salmón o la caprese, los callos, el picadillo, fabada, pote o sus especialísimas croquetas de jamón, espinacas, compango, cecina, queso cabrales y setas. No faltan dos tipos de cachopos; huevos fritos con patatas y chorizo o jamón o un revuelto de setas y champiñones. Por encargo prepara todo tipo de pescados, también pochas riojanas con jabalí o con almejas, además de tortillas en varios tamaños. En postres destacan el arroz con leche y la tarta de la abuela con chocolate caliente.

En septiembre abre de miércoles a domingo, y a partir de octubre sólo en fin de semana y festivos, aunque, por encargo, y para grupos de un mínimo de 10 personas, abre y cocina todo el año. Algún domingo y a la hora del vermú hay sesiones de música en directo. Tiene aparcamiento. En fin de semana es necesario reservar en el 985843395.

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