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En la ópera, el diablo son dos

Mark S. Doss y Kenneth Kellogg interpretan a Mefistófeles en los dos repartos de "Faust", el próximo título del Campoamor

En la ópera, el diablo son dos

Oviedo, Andrea G. TORRES

Mefistófeles es uno de los personajes más enigmáticos de la ópera "Faust" de Charles Gounod, que se estrenará el próximo domingo día 9 en el Teatro Campoamor, en una nueva coproducción de la Ópera de Oviedo y la Ópera de Tenerife. El diablo urde todo el plan que lleva a Fausto y a Marguerite a la perdición. Es en muchas ocasiones el papel más importante dentro de este título porque es finalmente quien condiciona la actuación de todos los personajes. Él es quien le muestra a Fausto la imagen de Marguerite, evitando de este modo su suicidio al comienzo de la ópera, y quien se encarga de persuadirla apara que acepte la proposición de Fausto.

En este caso, el diablo son dos. Los dos intérpretes que se encuentran en Oviedo para dar vida a Mefistófeles son el bajo norteamericano Mark S. Doss, en todas las funciones de abono, y el viernes día 14, dentro del ciclo de ópera joven, Kenneth Kellogg, que ya estuvo en la Ópera de Oviedo en el papel de Sarastro en "La Flauta Mágica" que se programó en 2011. Mefistófeles es para Doss uno de los personajes más destacados de su repertorio. Lo ha interpretado 41 veces en escena, al contrario que Kellogg, que sólo lo ha llevado a la escena una vez más.

Ambos cantantes coinciden en que Mefistófeles es quien realmente controla toda la acción, aunque el resto de personajes no llegan a percatarse de que están siendo manipulados. "Es un papel imponente, con mucha presencia escénica. El primer punto culminante es el dúo con Fausto en el primer acto. Es también el momento más conocido de la leyenda, cuando Mefistófeles se presenta ante Fausto", comenta Doss. "Otro de los mayores clímax que tiene esta ópera, llega cuando Mefistófeles lanza el conjuro. Una de mis partes favoritas es también la serenata ("Vous qui faites l'endormie") que le canta a Marguerite". Cree que es un personaje verdaderamente atractivo para los compositores románticos, sólo hay que pensar en el "Mefistofele" de Arrigo Boito, o "La condenación de Fausto" de Berlioz."Es un personaje realmente interesante, que presenta matices nuevos cada vez que lo interpreto", explica Doss. Además, señala que trabajar cada vez con diferentes cantantes y directores de escena es algo que enriquece enormemente la imagen que uno mismo tiene del personaje.

Kellogg explica que interpretar a un ser tan malvado como éste es difícil, pero tiene también un punto muy atractivo porque "es cierto que en la sociedad actual hay infinidad de cosas que corrompen la moral de la gente. Entiéndase por esto alcohol, drogas, sexo? Mefistófeles es capaz de conseguir aquí lo que es físicamente imposible, y el más claro ejemplo de esta ópera es que hace posible que Fausto consiga seducir a Marguerite".

Es la primera vez que ambos cantantes trabajan con Curro Carreres, el director de escena de esta producción. Se sienten cómodos con sus propuestas sobre el personaje. Asimismo tratan de ajustar su propia visión de Mefistófeles a las ideas propuestas por Carreres. Mark S. Doss señala que es muy importante el diálogo en estos casos, y que el director de escena les pregunte a los intérpretes por su opinión es algo muy positivo, porque al fin y al cabo deben estar cómodos en el escenario. "Tiene que existir una negociación que deje expresarse también a los cantantes; de otro modo, estaríamos inseguros y el público sabría que algo no va bien".

Ante la cuestión de si ese espíritu dañino y manipulador, que encarna Mefistófeles, está presente en la sociedad, ambos coinciden en que es algo muy actual. Para Kenneth Kellogg, los medios de comunicación son quienes manipulan a la sociedad, de un modo similar a Mefistófeles. Señala "el caso de los cánones de belleza que se pueden ver a través de la televisión, y que incitan a mucha gente a someterse a operaciones de cirugía estética para ajustarse a ese patrón falso, que puede llegar incluso a destruirles". El Mefistófeles de esta producción es un hombre que obra exclusivamente en su propio beneficio, y es algo que se puede mantener a la hora de hablar de las revistas o la televisión, cuando intentan vendernos sus productos sin siquiera pensar en las consecuencias".

Doss bromea sobre la impresión que se llevan sus conocidos cuando interpreta a Mefistófeles, y cuenta que a su juicio lo más importante a la hora de hacer este papel es simular ser alguien en el que uno confiaría sin dudarlo, pero en el fondo todo lo que dice o hace es una gran mentira. Por su parte, Kellogg es más conciso. "Cuando estoy sobre el escenario haciendo Mefistófeles, trato de ser seductor, carismático, y de mostrar mi lado más malvado".

Ambos reconocen que "Faust" es una ópera que merece mucho la pena, no sólo por su partitura y su calidad musical, sino también porque la historia es universal, y apela a los sentimientos más profundos de la gente. "Da igual si uno es creyente o no, o si se muestra indiferente ante este asunto", como afirma Doss. Quizá por ello resulta tan actual y no dejará a nadie indiferente.

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